viernes, 23 de diciembre de 2011

Juan Ramón Jiménez y la supuesta literatura infantil

El 23 a las 12 o el 24 a las 0 horas de 1881 nació Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura (1956) y autor de uno de los comienzos más memorizados de la literatura universal:
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: «¿Platero?» y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal...

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

—Tien' asero...

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
Inicio, por supuesto, de Platero y yo, obra que dan a leer a los niños tempranamente. Su autor, sin embargo, aseguraba al comienzo de la obra, en la "Advertencia a los hombres que lean este libro para niños":
Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para... ¡qué sé yo para quién! ...para quién escribimos los poetas líricos... Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma. ¡Qué bien!

«Dondequiera que haya niños —dice Novalis—, existe una edad de oro». Pues por esa edad de oro, que es como una isla espiritual caída del cielo, anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan a su gusto, que su mejor deseo sería no tener que abandonarla nunca.
¡Isla de gracia, de frescura y dicha, edad de oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida, mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta y, a veces sin sentido, igual que el trino de la alondra en el sol blanco del amanecer!

Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se le ocurren. También habrá excepciones para hombres y para mujeres, etc.

martes, 20 de diciembre de 2011

Estaciones: verano

Para quienes a partir de hoy comienza la estación de más calor, el cuadro El verano (pintado en 1585 y conservado en el Louvre), uno de los sorprendentes rostros de Giuseppe Arcimboldo compuesto de vegetales y frutas. 

viernes, 16 de diciembre de 2011

Día para la ciencia ficción

El 16 de diciembre es un día importante para la ciencia ficción: nacen dos de los autores más relevantes del siglo pasado en cuanto a este género. En 1917, Arthur Charles Clarke, escritor inglés, y, en 1928, el estadounidense Philip Kindred Dick. Precisamente de él presentamos la exposición acerca de las particularidades de esta forma de hacer literatura:
En primer lugar, definiré lo que es la ciencia ficción diciendo lo que no es. No puede ser definida como "un relato, novela o drama ambientado en el futuro", desde el momento en que existe algo como la aventura espacial, que está ambientada en el futuro pero no es ciencia ficción; se trata simplemente de aventuras, combates y guerras espaciales que se desarrollan en un futuro de tecnología superavanzada. ¿Y por qué no es ciencia ficción? Lo es en apariencia, y Doris Lessing, por ejemplo, así lo admite. Sin embargo la aventura espacial carece de la nueva idea diferenciadora que es el ingrediente esencial. Por otra parte, también puede haber ciencia ficción ambientada en el presente: los relatos o novelas de mundos alterno. De modo que si separamos la ciencia ficción del futuro y de la tecnología altamente avanzada, ¿a qué podemos llamar ciencia ficción?

Tenemos un mundo ficticio; este es el primer paso. Una sociedad que no existe de hecho, pero que se basa en nuestra sociedad real; es decir, esta actúa como punto de partida. La sociedad deriva de la nuestra en alguna forma, tal vez ortogonalmente, como sucede en los relatos o novelas de mundos alternos. Es nuestro mundo desfigurado por el esfuerzo mental del autor, nuestro mundo transformado en otro que no existe o que aún no existe. Este mundo debe diferenciarse del real al menos en un aspecto que debe ser suficiente para dar lugar a acontecimientos que no ocurren en nuestra sociedad o en cualquier otra sociedad del presente o del pasado. Una idea coherente debe fluir en esta desfiguración; quiero decir que la desfiguración ha de ser conceptual, no trivial o extravagante... Esta es la esencia de la ciencia ficción, la desfiguración conceptual que, desde el interior de la sociedad, origina una nueva sociedad imaginada en la mente del autor, plasmada en letra impresa y capaz de actual como un mazazo en la mente del lector, lo que llamamos el shock del no reconocimiento. Él sabe que la lectura no se refiere a su mundo real.

Ahora tratemos de separar la fantasía de la ciencia ficción. Es imposible, y una rápida reflexión nos lo demostrará. Fijémonos en los personajes dotados de poderes paranormales; fijémonos en los mutantes que Ted Sturgeon plasma en su maravilloso Más que humano. Si el lector cree que tales mutantes pueden existir, considerará la novela de Sturgeon como ciencia ficción. Si, al contrario, opina que los mutantes, como los brujos y los ladrones, son criaturas imaginarias, leerá una novela de fantasía. La fantasía trata de aquello que la opinión general considera imposible; la ciencia ficción trata de aquello que la opinión general considera posible bajo determinadas circunstancias. Esto es, en esencia, un juicio arriesgado, puesto que no es posible saber objetivamente lo que es posible y lo que no lo es, creencias subjetivas por parte del autor y del lector.

Ahora definiremos lo que es la buena ciencia ficción. La desfiguración conceptual (la idea nueva, en otras palabras) debe ser auténticamente nueva, o una nueva variación sobre otra anterior, y ha de estimular el intelecto de lector; tiene que invadir su mente y abrirla a la posibilidad de algo que hasta entonces no había imaginado. "Buena ciencia ficción" es un término apreciativo, no algo objetivo, aunque pienso objetivamente que existe algo como la buena ciencia ficción.

Creo que el doctor Willis McNelly, de la Universidad del estado de California, en Fullerton, acertó plenamente cuando afirmó que el verdadero protagonista de un relato o de una novela es una idea y no una persona. Si la ciencia ficción es buena, la idea es nueva, es estimulante y, tal vez lo más importante, desencadena una reacción en cadena de ideas-ramificaciones en la mente del lector, podríamos decir que libera la mente de este hasta el punto que empieza a crear, como la del autor. La ciencia ficción es creativa e inspira creatividad, lo que no sucede, por lo común, en la narrativa general. Los que leemos ciencia ficción (ahora hablo como lector, no como escritor) lo hacemos porque nos gusta experimentar esta reacción en cadena de ideas que provoca en nuestras mentes algo que leemos, algo que comporta una nueva idea; por tanto, la mejor ciencia ficción tiende en último extremo a convertirse en una colaboración entre autor y lector en la que ambos crean... y disfrutan haciéndolo: el placer es el esencial y definitivo ingrediente de la ciencia ficción, al placer de descubrir la novedad.

martes, 13 de diciembre de 2011

Cuentos breves y escalofriantes

Decía Cortázar que si la novela —construcción sofisticada y de largo aliento— gana por puntos, el cuento gana por knock-out. "Un buen cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases".

Si la contundencia es la clave para los cuentos en general, lo es más todavía para los microrrelatos. Aquí, una muestra de estas breves obras maestras del efecto sorpresa:

"Final para un cuento fantástico", de I. A. Ireland

—¡Que extraño! —dijo la muchacha avanzando cautelosamente—. ¡Qué puerta más pesada! La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.

—¡Dios mío! —dijo el hombre—. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!

—A los dos no. A uno solo —dijo la muchacha. Pasó a través de la puerta y desapareció.

"Fantasma sensible", de Lieu Yi-King

Un día, cuando se dirigía al excusado, Yuan Tche-yu fue protagonista de un hecho singular. A su lado surgió un fanatasma gigantesco, de más de diez pies de altura, de tez negra y ojos inmensos, vestido con una casaca negra y cubierto con un bonete plano.

Sin turbarse de modo alguno, Yuan Tche-yu conservó su sangre fría.

—La gente suele decir que los fantasmas son feos —dijo con la mayor indiferencia, dirigiendo una sonrisa a la aparición—. ¡Y tienen toda la razón! El fantasma, avergonzado, se eclipsó.

"Escalofriante", de Thomas Bailey Aldrich

Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Tocan la puerta.


Al caer de la tarde, dos desconocidos se encuentran en los oscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo:

—Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?

—Yo no —respondió el otro—. ¿Y usted?

—Yo sí —dijo el primero y desapareció.

Este relato pertenece, supuestamente, a un escritor inglés llamado George Loring Frost y fue incluido por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo en su famosa antología de narrativa fantástica. Se sospecha, sin embargo (y no sería nara raro teniendo en cuenta no solo el gusto por la literatura fantástica, sino también por las bromas literarias de estos amigos escritores), que el autor real es el propio Borges.

Cela: diálogos entre un editor y un novelista

 El 13 de diciembre de 1995, Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura 1989, obtiene también el máximo galardón de las letras españolas: el Premio Cervantes.

De Cela transcribimos más abajo un fragmento de Café de Artistas, que nos parece de lo más simpático y que trata, precisamente, de la relación entre editores y autores:
"En el bar, delante de una café con leche, un editor le explica a un novelista flaquito, con cara de padecer de hígado y quién sabe si también de hemorroides:

-Mire usted, Cirilo, dejémonos de zarandajas y de modernismos. La novela, ¿me escucha usted?

Cirilo se sobresaltó por dentro y puso un gesto casi ruin de estar atendiendo mucho.

-Sí, señor, sí. La novela...

El editor siguió.

-Pues eso. La novela, dejémonos de monsergas y de modernismos, debe constar de tres elementos esenciales. ¿Me entiende usted?

El novelista, por poco, le responde:

-Sí, señor, le entiendo la mar de bien: fe, esperanza y caridad.

Pero pudo contenerse a tiempo.

-Sí, señor, ya lo creo. ¡Los tres elementos tradicionales, clásicos, esenciales! ¡Je, Je!

El editor respiró hondo y continuó.

-¿Quiere usted un cafetito?

-Bueno...

-Oiga, un cafetito para este señor.

El editor miró para Cirilo y Cirilo se compuso unos ojitos de oveja que querían significar todo su mucho agradecimiento.

-Y esos tres elementos de que le hablo, amigo mío, esos tres elementos tradicionales, clásicos, esenciales, dejémonos de gaitas y de modernismos, son ¿sabe usted cuáles son?

-Siga, siga...

-Pues son: planteamiento, nudo y desenlace. Sin planteamiento nudo y desenlace, por más vueltas que usted quiera darle, no hay novela; hay, ¿quiere usted que se lo diga?

-Sí, señor, sí.

-Pues no hay nada, para que lo sepa. Hay ¡fraude y modernismos!

El pobre Cirilo estaba hundido, anonadado. El editor usaba argumentos muy sólidos.

-Y si usted quiere le que encargue una novela, ya sabe: planteamiento, nudo y desenlace. Verbigracia: una joven huérfana trabaja como una negra para poder sacar adelante a sus once hermanitos, que también son huérfanos y están algo delicados. Para darle mayores visos de realidad, podemos decir que trabaja en el instituto nacional de previsión, en la sección de seguros para madres lactantes. Bueno. La joven, que se llama, por ejemplo, Esmeralda de Valle-Florido, o Graciela de Prado-Tierno, o algún otro nombre cualquiera, el caso es que sea bello y simbólico, conoce un día, en una cafetería americana, ¡hay que ser modernos!, a un joven apuesto, de mirar profundo, que se llama, por ejemplo, Carlos o Alberto. No se le ocurra ponerle Estanislao, comprenda que no hace bien.

-Claro; sí, señor.

-Pues eso. ¡Ya casi tenemos el planteamiento! Carlos, que es muy desgraciado, corteja  Esmeralda, que tampoco es feliz, pero Esmeralda le pone una condición: ¡Carlos! Dime, amor. ¡Quítate del vermú! Carlos se aparta de la bebida y la joven pareja pasa por instantes muy dichosos. ¿Eh, qué tal?

Cirilo estaba entusiasmado.

-¡Extraordinario!

El editor sonrió, satisfecho.

-Pues nada, ¡para que vea mi afán de colaboración!, si le gusta, ¡se lo regalo!

-Gracias, don Serafín, muchas gracias. ¡Nunca podré agradecerle bastante todo lo que usted hace por mí!

jueves, 1 de diciembre de 2011

Los mejores autores de novelas policiales

El 1º de diciembre se cumple un aniversario de la primera aparición del personaje de Sherlock Holmes, con la publicación de Un estudio en escarlata en 1887.

Sherlock Holmes es uno de los máximos exponentes de los detectives creados por el policial clásico, personajes siempre algo excéntricos, al margen de las instituciones y muñidos de una única arma: la razón.

El género del policial clásico, también llamado de enigma, inglés o novela problema, caracterizado por presentar tanto la historia de un crimen como la historia de su investigación, tiene un mérito único dentro de la literatura. Sus narraciones logran sacarnos de la realidad diaria como no lo hace otro tipo de obras; son relatos que nos introducen en un mundo apasionante, en el que hay que deducir acertijos y atrapar pistas, configurar personalidades a partir de pocos indicios y usar nuestra lógica y nuestro conocimiento del mundo al máximo... para finalmente, hacia las últimas páginas, ser sorprendidos magistralmente.

Si pensamos en los autores insoslayables, no podemos dejar de mencionar a Agatha Christie (con Hércules Poirot y Miss Maple), Sir Arthur Conan Doyle y Gilbert Chesterton, con su cándido personaje, el padre Brown. Hay quienes incluirían, también, a George Simenon y a Edgar Allan Poe.

Para ustedes, ¿cuál es el mejor autor o la mejor autora de relatos policiales y qué personajes creados por ellos son los más logrados?

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Miguel Hernández, con "Menos tu vientre"

El 30 de octubre de 1910 nacía el poeta español Miguel Hernández, llamado por el también escritor Dámaso Alonso «genial epígono de la generación del 27». Luchó en el bando de los republicanos en la Guerra Civil Española. Fue apresado después y murió en la cárcel, en marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad. Lo recordamos con "Menos tu vientre", uno de sus poemas más conocidos, inmortalizado además por Joan Manuel Serrat en una canción que lo toma como letra:



                Menos tu vientre,
                todo es confuso.
                Menos tu vientre,
                todo es futuro
                fugaz, pasado
                baldío, turbio.
                Menos tu vientre,
                todo es oculto.
                Menos tu vientre,
                todo inseguro,
                todo postrero,
                polvo sin mundo.
                Menos tu vientre,
                todo es oscuro.
                Menos tu vientre
                claro y profundo.

martes, 29 de noviembre de 2011

José Donoso y su pesada herencia

A punto de cumplirse 15 años de la muerte del escritor José Donoso –figura central de la literatura chilena y representante ejemplar de la generación del boom latinoamericano–, ha ocurrido un hecho de esos en los que realidad y ficción se cruzan de forma inverosímil.


José Donoso fue escritor y periodista. Además de su obra narrativa, dejó papeles personales y cartas que se conocieron póstumamente. En 2010, apareció, además, Correr el tupido velo, una biografía de su hija, Pilar Donoso. En ella, Pilar cita extractos de los diarios personales del escritor y de su esposa que confirman la bisexualidad del padre y una dinámica de pareja por momentos tortuosa.

Al comienzo de esta obra, Pilar Donoso, hija adoptiva de ambos, escribe:
"Uno no debería conocer los pensamientos más íntimos de nadie. Menos los de sus propios padres. Y menos aún, si uno de ellos fue un escritor. Es muy posible que lo que aprenda sea que papá fue un egoísta y que le importaba más su obra y la gloria literaria que los seres que lo rodeaban. Puede también –como consecuencia de lo anterior– que se entere de que sus padres ni la querían a ella ni se amaban entre si; circunstancias que producen, cuando menos, desequilibrio emocional hasta en la mejor amueblada de las mentes.

(...) Tener un registro escrito de cada paso de la vida de mi padre desde los cuarenta y dos años en adelante y tener, también, diarios de mi madre me enfrenta a lo que no necesariamente quisiera saber. A veces es mejor guardar los recuerdos en la memoria, que está basada en la subjetividad propia de los afectos, las situaciones, los lugares, las palabras dichas y de ese modo que uno sea capaz de estructurarse como persona; que la selección natural guarde lo que para cada uno significó cada momento."
Ya no sabremos si fue a causa de este angustioso y exhaustivo sumergimiento en un pasado –en rigor– ajeno, pero lo cierto es que, lamentablemente, Pilar Donoso se suicidó al año de la publicación del libro, hace solo dos semanas, el 15 de noviembre pasado. En una entrevista había declarado:
"Incluso hay una parte de un proyecto de libro [de José Donoso] donde una hija que descubre los diarios, que no conoce la historia y se suicida y entonces cuando leo eso digo ‘qué está haciendo, está proyectando lo que quiere que pase, está fabulando sobre lo que me puede pasar cuando los lea’, pero no lo voy a saber. Pero él se proyectaba más allá de su muerte con estos diarios y el resultado es descubrir un ser complejísimo."

domingo, 27 de noviembre de 2011

"Ahora te quiero", de Pedro Salinas

El 27 de noviembre de 1891 nace el poeta español Pedro Salinas, miembro de la Generación del 27, muerto en Boston en 1951. Estudió Derecho y Filosofía y Letras, y fue profesor en las universidades de Sorbona y Cambridge. De su obra poética se destacan Presagios, Razón de amor y Largo lamento. De él recordaremos el poema "Ahora te quiero...":
Ahora te quiero,
como el mar quiere a su agua:
desde fuera, por arriba,
haciéndose sin parar
con ella tormentas, fugas,
albergues, descansos, calmas.
¡Qué frenesíes, quererte!
¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo:
de no ser ya movimiento,
de acabar este vaivén,
este ir y venir, de cielos
a abismos, de hallar por fin
la inmóvil flor sin otoño
de un quererse quieto, quieto.
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Freddy Mercury, corona de Queen

Hoy hace 20 años moría el músico y compositor Freddy Mercury de esa enfermedad que por entonces era letal, el sida.

Lo recordamos con "Rapsodia bohemia", tal como la parodiaban los adorables Muppets:

viernes, 18 de noviembre de 2011

Marcel Proust vuelve a morder la magdalena

El 18 de noviembre de 1922 muere, a los 51 años, el escritor francés Marcel Proust.

De su obra más afamada, la serie de siete novelas que componen En busca del tiempo perdido, recordaremos el fragmento más citado –seguramente porque relata, más que un episodio dentro de la historia, el gesto fundamental de toda la novela: la evocación–, que se encuentra en el principio de Por el camino de Swann, la primera entrega:
«Me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba…

[…] En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar el por qué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té […]»

martes, 15 de noviembre de 2011

Jorge Luis, Adolfo y Silvina, sobre la literatura fantástica

El 15 de noviembre de 1990 el escritor argentino Adolfo Bioy Casares recibe el Premio Cervantes. Nacido en 1915, formó parte un grupo que modificó la historia de la literatura argentina: el grupo en torno a la revista Sur, dirigida por su cuñada Victoria Ocampo. Casado con la escritora Silvina Ocampo y, lo que parece más definitorio todavía para su producción literaria, amigo muy cercano de Jorge Luis Borges, escribió sobre todo narrativa fantástica, entre cuyos títulos se destacan Diario de la guerra del cerdo, Plan de evasión, La invención de Morel y Guirnalda con amores.

Del prólogo a Antología de la literatura fantástica, realizada en colaboración con Borges y Silvina, extrajimos este fragmento, que da pautas (eruditas, algo lúdicas y, ciertamente, arbitrarias) pensadas para clasificar los cuentos fantásticos. Sirven para entender cómo analizaban ellos la literatura, qué valoraban y que no, y para conocer sus "recomendados":
Enumeración de argumentos fantásticos
Argumentos en que aparecen fantasmas. En nuestra antología hay dos, brevísimos y perfectos: el de Ireland y el de Loring Frost. El fragmento de Carlyle (Sartor Resartus), que incluimos, tiene el mismo argumento, pero al revés.

Viajes por el tiempo. El ejemplo clásico es La máquina del tiempo. En este inolvidable relato, Wells no se ocupa de las modificaciones que los viajes determinan en el pasado y en el futuro, y emplea una máquina que él mismo no se explica. Max Beerbohm, en "Enoch Soames" emplea al diablo, que no requiere explicaciones, y discute, aprovecha, los efectos del viaje sobre el porvenir.

Por su argumento, su concepción general y sus detalles muy pensados, muy estimulantes del pensamiento y de la imaginación, por los personajes, por los diálogos, por la descripción del ambiente literario de Inglaterra a fines del siglo pasado, creo que "Enoch Soames" es uno de los cuentos largos más admirables de la antología.

"El más hermoso cuento del mundo", de Kipling, es también de riquísima invención de detalles. Pero el autor parece haberse distraído en cuanto a uno de los puntos más importantes. Nos afirma que Charlie Mears estaba por comunicarle el más hermoso de los cuentos pero no le creemos, si no recurría a sus "invenciones precarias", tendría algunos datos fidedignos o, a lo más, una historia con toda la imperfección de la realidad, o algo equivalente a un atado de viejos periódicos, o según H. G. Wells a la obra de Marcel Proust. Si no esperamos que las confidencias de un botero del Tigre sean la más hermosa historia del mundo, tampoco debemos esperarlo de las confidencias de un galeote griego que vivía en un mundo menos civilizado, más pobre.

En este relato no hay, propiamente, viaje en el tiempo; hay recuerdos de pasados muy lejanos. En "El destino es chambón" de Arturo Cancela y Pilar de Lusarreta el viaje es alucinatorio.

De las narraciones de viajes en el tiempo, quizá la de invención y disposición más elegante sea "El brujo postergado", de don Juan Manuel.

Los tres deseos. Hace más de diez siglos empezó a escribirse este cuento; colaboraron en él escritores ilustres de épocas y de tierras distantes, un oscuro escritor contemporáneo ha sabido acabarlo con felicidad.

Las primeras versiones son pornográficas; las encontramos en el Sendebar, en Las mil y una noches (Noche 596: "El hombre que quería ver la noche de la omnipotencia"), en la frase "más desdichada que Banús" registrada en el Kamus, del persa Firuzabadi.

Luego, en Occidente, aparece una versión chabacana. Entre nosotros dice Burton (el cuento de los tres deseos) ha sido degradado a un asunto de morcillas.

En 1902, W. W. Jacobs, autor de sketches humorísticos, logra una tercera versión, trágica, admirable.

En las primeras versiones, los deseos se piden a un dios o a un talismán que permanece en el mundo. Jacobs escribe para lectores más escépticos. Después del cuento no continúa el poder del talismán (era conceder tres deseos a tres personas y el cuento refiere lo que sucedió a quienes pidieron los últimos tres deseos). Tal vez lleguemos a encontrar la pata de mono Jacobs no la destruye pero no podremos utilizarla.

Argumentos con acción que sigue en el infierno. Hay dos en la antología, que no se olvidarán: el fragmento de Arcana Coelestia, de Swedenborg, y "Donde su fuego nunca se apaga", de May Sinclair. El tema de este último es el del Canto V de La divina comedia:

Questi, che mai, da me, non fia diviso,
La bocca mi bacio tutto tremante.

Con personaje soñado. Incluimos: El impecable "Sueño infinito de Pao Yu", de Tsao Hsue Kin; el fragmento de Through the Looking-Glass, de Lewis Carrol;. "La última visita del caballero enfermo", de Papini.

Con metamorfosis. Podemos citar "La transformación", de Kafka; "Sábanas de tierra", de Silvina Ocampo; "Ser polvo", de Dabove; "Lady into Fox", de Garnett.

Acciones paralelas que obran por analogía. "La sangre en el jardín", de Ramón Gómez de la Serna: "La secta del Loto Blanco".

Tema de la inmortalidad. Citaremos "El judío errante, Mr. Elvisham", de Wells. "Las islas nuevas", de María Luisa Bombal; "She", de Rider Haggard; "L´Atlantide", de Pierre Benoit.

Fantasías metafísicas. Aquí lo fantástico está, más que en los hechos, en el razonamiento. Nuestra antología incluye: "Tantalia", de Macedonio Fernández; un fragmento de "Star Maker", de Olaf Stapledon; la historia de Chuang Tzu y la mariposa, el cuento de la negación de los milagros; "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", de Jorge Luis Borges.

Con el "Acercamiento a Almotásim", con "Pierre Menard", con "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", Borges ha creado un nuevo género literario, que participa del ensayo y de la ficción; son ejercicios de incesante inteligencia y de imaginación feliz, carentes de languideces, de todo elemento humano, patético o sentimental, y destinados a lectores intelectuales, estudiosos de filosofía, casi especialistas en literatura.

Cuentos y novelas de Kafka. Las obsesiones del infinito, de la postergación infinita, de la subordinación jerárquica, definen estas obras; Kafka, con ambientes cotidianos, mediocres, burocráticos, logra la depresión y el horror; su metódica imaginación y su estilo incoloro nunca entorpecen el desarrollo de los argumentos.

Vampiros y castillos. Su paso por la literatura no ha sido feliz: recordemos a Drácula, de Bram Stoker (Presidente de la Sociedad Filosófica y Campeón de Atletismo de la Universidad de Dublín), a "Mrs. Amworth", de Benson. No figuran en esta antología.

Los cuentos fantásticos pueden clasificarse, también, por la explicación:

a) Los que se explican por la agencia de un ser o de un hecho sobrenatural.

b) Los que tienen explicación fantástica, pero no sobrenatural ("científica" no me parece el epíteto conveniente para estas intenciones rigurosas, verosímiles, a fuerza de sintaxis).

c) Los que se explican por la intervención de un ser o de un hecho sobrenatural, pero insinúan, también, la posibilidad de una explicación natural ("Sredni Vashtar" de Saki); los que admiten una explicativa alucinación. Esta posibilidad de explicaciones naturales puede ser un acierto, una complejidad mayor; generalmente es una debilidad, una escapatoria del autor, que no ha sabido proponer con verosimilitud lo fantástico.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Carlos Fuentes, pensador de la literatura

El 11 de noviembre de 1928 nació el escritor mexicano Carlos Fuentes, Premio Cervantes en 1987 (y por lo tanto hoy, día capicúa de capicúas, se cumple un aniversario de su nacimiento). Integrante de la generación del boom, está considerado como uno de los principales exponentes de la narrativa mexicana contemporánea. Algunas de sus obras son La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962) y Cambio de piel (1967).

De él citaremos algunas opiniones sobre la escritura y sobre la literatura latinoamericana:

Todos los que escriben una novela saben que deben atravesar el problema proustiano de saber de algún modo lo que van a escribir, y al mismo tiempo sentirse sorprendidos de lo que se sale en realidad. Proust solo escribía cuando había vivido lo que iba a escribir, y sin embargo debía escribir como si no supiera nada de eso... y eso es algo extraordinario. En cierto modo todos estamos embarcados en la misma aventura: la de saber lo que vamos a decir, tener el control sobre el material, conservando al mismo tiempo ese margen de libertad que es descubrimiento, sorpresa y un prerrequisito de la libertad del lector.

Uno de los factores culturales básicos de Latinoamérica es que es una rama excéntrica de la cultura occidental. Es occidental y no lo es. De modo que sentimos que tenemos que conocer la cultura de Occidente mejor que un francés o un inglés, y que al mismo tiempo debemos conocer nuestra propia cultura. (...) Nosotros tenemos que conocer a Quetzacoatl y a Descartes. Ellos creen que con Descartes basta. Así, para Europa, Latinoamérica es un recordatorio constante de su obligación de universalidad. Por lo tanto, un escritor como Borges es típicamente latinoamericano. El hecho de que sea tan europeo solo indica que es argentino.

... no creo que la literatura pueda contentarse con ser una máscara o un espejo de la realidad. Creo que la literatura crea la realidad o no es literatura.

A los 50, descubro que hay una larga fila de personajes y formas que exigen palabras y esperan junto a mi ventana. Me gustaría poder capturarlos a todos, pero no me alcanzará el tiempo (...) Cuando ya ha pasado la mitad de la vida, creo que uno debe ver el rostro de la muerte para poder empezar a escribir seriamente. Hay gente que ve el fin rápidamente, como Rimbaud. Cuando uno empieza a verlo, siente que debe rescatar esas cosas. La muerte es el gran Mecenas, la muerte es el gran ángel de la escritura. Uno debe escribir porque no va a vivir más.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Luis Cernuda sobre su tierra nativa

El 5 de noviembre de 1963 murió Luis Cernuda, poeta español.

Había nacido en Sevilla el 21 de septiembre de 1902. Estudió Derecho y conoció en la universidad a Pedro Salinas, que fue su profesor. En los años 20 se trasladó a Madrid, donde entró en contacto con los ambientes literarios que luego conformarían la Generación del 27. Participó durante la Guerra Civil en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia. A partir de 1938, se exilió, primero en Europa y luego, en México. La temática del destierro aparecerá una y otra vez en su obra; muestra de lo cual es la poesía que más abajo seleccionamos.

Sus obras más destacadas son Perfil del aire, Un río, un amor, Donde habite el olvido, La realidad y el deseo, Con las horas contadas y Desolación de la quimera. Escribió ensayos y colaboró en publicaciones mexicanas, como Excélsior o Novedades. Murió en la ciudad de México.
Tierra nativa

Es la luz misma, la que abrió mis ojos
toda ligera y tibia como un sueño,
sosegada en colores delicados
sobre las formas puras de las cosas.

El encanto de aquella tierra llana,
extendida como una mano abierta,
adonde el limonero encima de la fuente
suspendía su fruto entre el ramaje.

El muro viejo en cuya barda abría
a la tarde su flor azul la enredadera,
y al cual la golondrina en el verano
tornaba siempre hacia su antiguo nido.

El susurro del agua alimentando,
con su música insomne en el silencio,
los sueños que la vida aún no corrompe,
el futuro que espera como página blanca.

Todo vuelve otra vez vivo a la mente,
irreparable ya con el andar del tiempo,
y su recuerdo ahora me traspasa
el pecho, tal puñal fino y seguro.

Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,
tierra nativa, más mía cuanto más lejana?

jueves, 27 de octubre de 2011

Poesía en dueto

A partir de tradiciones como el hip hop, los cuentacuentos y el humorismo teatral, Diego Arbit y Sebastián Kirzner crearon el proyecto Poesía en estéreo.

Su fin declarado es aggionar el género a través de la experimentación... y lo consiguen. Vean y escuchen, si no, "Yo creo que podría ser poeta":


Yo creo que podria ser poeta - Poesia Estereo from CamiloMolfino on Vimeo.

lunes, 24 de octubre de 2011

Luis Rosales, el poeta narrador

El 24 de octubre de 1992 moría, a los 82 años, el poeta español Luis Rosales. Miembro de la Real Academia Española, había obtenido el Premio Cervantes en 1982 por el conjunto de su obra literaria.

La casa encendida es un largo poema que Luis Rosales escribió en 1949 y del que se dice que inaugura un nuevo género: la poesía narrativa. El poema relata una historia completa y delinea un personaje solitario, centrado –sin rodeos, sin ampulosidades, y a la vez sin reducir la trascendencia del tema– en su estado existencial. Por lo humano de la representación y porque el poema se escribe en segunda persona, en un apelativo, todos podemos sentirnos identificados con él. Como otras obras suyas, esta se caracteriza por su estilo sin adjetivos, directo, rítmico, de giros sorpresivos.

De La casa encendida, tomamos un fragmento encabezado por el título "Ciego por voluntad y por destino":

Porque todo es igual y tú lo sabes,
has llegado a tu casa, y has cerrado la puerta
con ese mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas como estarán dentro de un año;
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.

Has llegado a tu casa,
y ahora querrías saber para qué sirve estar sentando,
para qué sirve estar sentado igual que un náufrago
entre tus pobres cosas cotidianas.
Sí, ahora quisiera yo saber
para qué sirve el gabinete nómada y el hogar que jamás se ha encendido,
y el Belén de Granada
–el Belén que fue niño cuando nosotros todavía
nos dormíamos cantando–
y para qué puede servir esta palabra: ahora
esta palabra misma “ahora”

cuando empieza la nieve,
cuando nace la nieve,
cuando crece la nieve en una vida que quizás está siendo la mía,
en una vida que no tiene memoria perdurable,
que no tiene mañana,
que no conoce apenas si era clavel, si es rosa, si fue azucenamente hacia la tarde.

lunes, 17 de octubre de 2011

Leer... o tomarnos vacaciones de nosotros mismos

"La ilusión de ser otro" es lo que, para la novelista argentina Claudia Piñeiro, nos ofrece más que nada la ficción a los lectores.



Y con esa definición tituló ella el discurso que dio en el 16° Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, realizado el mes pasado (aquí, en el blog Los niños de Japón, el texto completo). En él (y en algunos de los pasajes que extractamos a continuación), repasó los distintos personajes que, como lectora, fue "siendo":
La primera vez que recuerdo haber sido otra fue con un relato que me contaba mi abuela y que yo siempre le pedía que repitiera. (...)

Luego de ser la niña en ese día de lluvia fui muchos otros. Primero fui aquellos que encontré donde me llevaron mis maestros con sus indicaciones de lectura. Cuando supe leer, fui la que tenía en su cuarto “La mancha de Humedad”, de Juana de Ibarbourou. Y como ella dije:

“En esa mancha yo tuve todo cuanto quise: descubrí las Islas de Coral, encontré el perfil de Barba Azul y el rostro anguloso de Abraham Lincoln, libertador de esclavos, que reverenciaba mi abuelo; tuve el collar de lágrimas de Arminda, el caballo de Blanca Flor y la gallina que pone los huevos de oro; vi el tricornio de Napoleón, la cabra que amamantó a Desdichado de Brabante y montañas echando humo, de las pipas de cristal que fuman sus gigantes o sus enanos”.

Yo no tenía una mancha de humedad en mi cuarto, pero podía ser la niña que la tenía en el suyo, gracias a ese relato.

Más tarde fui la Jo de Mujercitas, nunca Amy. Aquella a la que le gustaba la escritura y se cortaba el pelo como un varón para enfrentar al mundo. Un poco más tarde me subí a un bote y naufragué; y quise matar una gaviota porque me moría de hambre en esos días en el mar pero cuando estuve a punto de comerla me arrepentí, como le sucedió al pescador de Relatos de un náufrago de Gabriel García Márquez. También fui el hermano varón de la “Casa Tomada” de Julio Cortazar, no Irene, la hermana, “una chica nacida para no molestar a nadie”.
Y así Piñeiro repasa todos los personajes (hombres, mujeres, viejos, niños...) con los que se fue identificando a lo largo de sus lecturas, mientras menciona qué libros la hechizaron desde su primera infancia.

¿Qué libros podrían decir ustedes que los iniciaron en la lectura? ¿Qué libros los embrujaron para seguir siempre deseando leer?

jueves, 6 de octubre de 2011

La sintaxis de las relaciones

¿Quieren leer una versión libre de Bartleby el escribiente (de Melville), con uno de esos personajes enloquecedores en su reticencia cortés, y a la vez con un remate siniestro a lo Irene Némirovsky en El baile? Los reenviamos al relato "Sintaxis", del blog Educación de las emociones. Aquí, un fragmento:
Él la miraba inexpresivamente y contestaba: «Como gustes». Al fin, exasperada, ella gritaba: «Se trata de saber cuál te gusta más a ti». Él la miraba como si su grito destemplado fuera la comprobación de su locura y muy lentamente, respondía: «Me gustan de la misma manera», pero con un tono tan gris y opaco que más que una afirmación, parecía un rechazo. Sin embargo, algo de verdad había en sus palabras: si mi madre se ponía el vestido azul o el blanco, nada en la helada gentileza de mi padre cambiaba. Ninguna fisura se abriría en la hermética oscuridad de su deseo inexpresivo.

Dolorosamente me di cuenta que las relaciones más profundas se estructuraban muy sólidamente en fórmulas rígidas y repetitivas: la imposibilidad de romper el lazo se manifestaba en la imposibilidad de modificar la sintaxis.

And the winner is...

El ganador del Premio Nobel de Literatura 2011 es el poeta sueco Tomas Tranströmer por sus "imágenes traslúcidas, condensadas" que nos dan "un acceso fresco a la realidad". Aquí, un fragmento poético de "La góndola fúnebre" para, o bien recordarlo, o bien conocerlo:

Y detrás de mí

—más allá de las aguas

relucientes como plomo—

la otra costa

y ellos, los que reinaban.

Seres con futuro

en lugar de rostros.

Soy llevado en mi sombra

como un violín

en su negra caja.

Lo único que quiero decir

reluce fuera de alcance

como la plata

en casa del prestamista.

miércoles, 5 de octubre de 2011

F. L. Bernárdez y un soneto sobre la utilidad de lo sufrido

El 5 de octubre de 1900, este mismo día, nació Francisco Luis Bernárdez. Poeta argentino, periodista y diplomático, autor de El buque y La ciudad sin Laura. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras. Falleció en 1978. Recordamos aquí uno de sus sonetos más conocidos, de rigurosa (pero no difícil) rima:
Si para recobrar lo recobrado
Almendro en flor, de Vincent van Gogh
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

jueves, 29 de septiembre de 2011

La normativa en debate

La edición 2010 de la Ortografía de la lengua española ha despertado —en menos de un año de vida— mucha polémica.

Decisiones como el cambio de nombre de ciertas letras:
"La letra v tiene dos nombres: uve y ve. El nombre uve es el único empleado en España, pero también es conocido y usado en buena parte de América, donde, no obstante, está más extendido el nombre ve. Los hispanohablantes que utilizan el nombre ve suelen acompañarlo de los adjetivos corta, chica, chiquita, pequeña o baja, para poder distinguir en la lengua oral el nombre de esta letra del de la letra b (be), que se pronuncia exactamente igual. El hecho de que el nombre uve se distinga sin necesidad de añadidos del nombre de la letra b justifica su elección como la denominación recomendada para la v en todo el ámbito hispánico."
o la adaptación al castellano de ciertas voces extranjeras para llegar a formas como “balé” (de ballet... por si no lo reconocen) o “pirsin” han suscitado desde antipatías tibias hasta críticas lapidarias (y no solo a la obra en particular, sino a toda la institución de la Real Academia).

Tomemos la palabra de algunos escritores. La fundamentación mordaz, por ejemplo, de Javier Marías a favor de mantener la tilde para el adverbio "solo":
"¿Por qué no permitir que cada hablante opte por “truhán” o “truhan”, como aún puede hacerlo (por suerte) entre “solo” y “sólo”, “este” y “éste”, “aquel” y “aquél”? La posibilidad de seguirles poniendo tildes a estas palabras no es para mí irrelevante. ¿Cómo saber, si no, lo que se está diciendo en la frase “Estaré solo mañana”? Si se la escribe en un mail un hombre a su amante, la diferencia no es baladí: sin tilde significa que estará sin su mujer; con tilde que mañana será el único día en que estará en la ciudad. No es poca cosa, la verdad. Por menos ha habido homicidios".
Otros autores, como Ángeles Mastretta, aprovecharon para reavivar viejas causas:
"Ya no quiero aprenderme de nuevo las contra reglas de las reglas. Ya mi litigio viene de tan lejos como el tiempo en que le quitaron el acento a los monosílabos. Fe y fue sin acento se ven horribles. Tenemos una Academia prescriptiva. Cosa de hacerle y no hacerle caso, según nos guste".
Pero no todo es negativo. Enrique Serna piensa en que algunos cambios pueden ayudar a facilitar el aprendizaje de la lengua escrita:
"Creo que la eliminación del acento diacrítico les quitará muchos quebraderos de cabeza a los estudiantes. Supongo que la intención de estas reformas es simplificar la ortografía del español, y por lo tanto, las considero benéficas".
y Antonio Ungar directamente defiende el dinamismo lingüístico, a la vez que minimiza su impacto:
"Me parece que la Academia va siempre detrás de la lógica y el sentido común de los hablantes, que son quienes transforman el idioma. No hay que tenerles miedo a los cambios, sin mezclas y cambios hechos por la gente en la calle, todos seguiríamos hablando latín. Creo que los últimos cambios ortográficos propuestos por la Academia son muy menores, casi insignificantes".
Lo interesante ahora es saber qué piensan ustedes de estos cambios. ¿Les parece que reflejan mejor la ortografía actual o que la simplifican en exceso? ¿Les parece que procuran una necesaria homogeinización de la lengua o que, por el contrario, imponen una uniformidad que no existe ni debería existir? Aquí se listan las modificaciones normativas más importantes. Y aquí escuchamos sus opiniones.

jueves, 22 de septiembre de 2011

La cereza del postre...

en esta semana de serenatas, "El rey enamorado", la serenata a María Blessing del rey con su juglar, ¡la mejor de todas (con toda la gracia de los errores que se pueden cometer al pasar de un discurso directo a no referido, que tan bien sabe aprovechar siempre Les Luthiers)!

martes, 20 de septiembre de 2011

Serenata astrológica, de Les Luthiers


Siguiendo con la serie de serenatas a Cristina García, hoy la "Serenata astrológica (carta serenatal)".

lunes, 19 de septiembre de 2011

La semana de las serenatas

En uno de los hemisferios empieza en estos días la temporada de la alegría, el romance y la música. En otro, por qué no, también.

Por eso en estos días, hasta el 21 de septiembre (y un poco más), iremos compartiendo la famosa serie de serenatas escritas e interpretadas por el grupo cómico argentino Les Luthiers, caracterizadas por juegos con el lenguaje y personajes simplones y queribles que se meten en aprietos.

Hoy toca: "Serenata tímida (canción pusilánime)"

sábado, 17 de septiembre de 2011

Quevedo definiendo el amor

El 17 de septiembre de 1580 nace, en el seno de una familia hidalga, Francisco de Quevedo, escritor español, representante del Siglo de Oro y del barroquismo español. Abusando de la figura del oxímoron (que une dos contrarios y que es propia de este movimiento) veamos cómo Quevedo expresa el tópico del amor como experiencia de sensaciones extremas, en su poema "Definición del amor":
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.

Este es el niño, Amor, éste es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Mucho más grave, según Benedetti

El 14 de septiembre de 1920 nace el escritor uruguayo Mario Benedetti, autor de cuentos, novelas y también de poemas, como el que sigue, de título "Mucho más grave":


Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo 
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo.
Sin embargo hay algo que quisiera aclararte
cuando digo todas las parcelas
no me refiero sólo a esto de ahora
a esto de esperarte y aleluya encontrarte
y carajo perderte
y volverte a encontrar
y ojalá nada más.
No me refiero sólo a que de pronto digas
voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta
bueno llorá
y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizá por eso salga enseguida el sol.
Ni me refiero sólo a que día tras día
aumente el stock de nuestras pequeñas
y decisivas complicidades
o que yo pueda o creerme que puedo
convertir mis reveses en victorias
o me hagas el más tierno regalo
de tu más reciente desesperación.
No.
La cosa es muchísimo más grave.
Cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce
cataclismo
también estás re escribiendo mi infancia
esa edad en que uno dice cosas adultas
y solemnes,
y los solemnes adultos las celebran.
Y vos en cambio sabés que eso no sirve.
Quiero decir que estás rearmando
mi adolescencia
ese tiempo en que fui un viejo cargado
de recelos
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo
mi germen de alegría y regarlo mirándolo.
Quiero decir que estás sacudiendo
mi juventud
ese cántaro que nadie tomó nunca
en sus manos,
esa sombra que nadie arrimó a su sombra
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas
y quede la armazón de mi verdad sin proezas.
Quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia
este extraño confín de angustia y nieve,
esta bujía que ilumina la muerte,
este precipicio de la pobre vida.
Como ves es más grave
muchísimo más grave,
porque con estas palabras o con otras palabras
quiero decir que no sos tan solo
la querida muchacha que sos
sino también las espléndidas
o cautelosas mujeres
que quise o quiero.
Porque gracias a vos he descubierto
(dirás que ya era hora y con razón)
que el amor es una bahía linda y generosa
que se ilumina y se oscurece
según venga la vida,
una bahía donde los barcos
llegan y se van.
Llegan con pájaros y augurios
y se van con sirenas y nubarrones.
Una bahía linda y generosa
donde los barcos llegan y se van.
Pero vos,
por favor
no te vayas.

lunes, 29 de agosto de 2011

Los escritores y sus musas

Artistas e intelectuales, en su mayoría, coinciden: si las musas existen, se acercan solo a quienes están transpirando:
“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”, aseguraba el pintor Pablo Picasso.

"Si la inspiración no viene a mí, salgo a su encuentro, a la mitad del camino", advertía Sigmund Freud, médico austríaco (o creativo intelectual, si se tiene en cuenta que fundó el psicoanálisis).

“El genio es 1% de inspiración y un 99% de sudor”, declaraba el inventor Thomas Alva Edison.
El sitio Buenos Aires Capital del Libro 2011 (en honor a que esta ciudad —como antes Madrid, Alejandría, Nueva Delhi, Amberes, Bogotá, Ámsterdam, Montreal, Turín y Liubliana— recibió por este año la distinción de la Unesco como Capital Mundial del Libro) se dedicó a plantearles esta pregunta (y otras más) a muchos escritores argentinos contemporáneos.

La pregunta es: "¿Existe para usted una rutina a la hora de escribir? ¿Repentina inspiración o hábito sostenido?". Aquí, las respuestas más jugosas:

Andrés Neuman, contra el lugar común acostumbrado (inspiración vs. hábito), plantea:
"Creo que no existe ninguna diferencia entre el hábito y la inspiración. La costumbre fabrica epifanías. ¿Alguna rutina? La salvaje: escribir todo lo que pueda, siempre que pueda.

La autora Elsa Drucaroff opina:
"Sin el hábito sostenido, la repentina inspiración se pasa rápido y además nos maneja, llega cuando llega. Sola no sirve. Sirve cuando irrumpe mágicamente (me ocurrió, pero pocas veces), si no, hay que aprender a convocarla, facilitarla. El negro Fontanarrosa decía que la inspiración existe y a él siempre lo agarró trabajando. Ídem. Mi rutina para escribir consiste en usar todo el tiempo que puedo en depositar mi trasero en una silla preferentemente cómoda, ponerme los anteojos y empezar a teclear. Hay un momento en la elaboración de las novelas (cuando están bastante avanzadas y ese mundo y los personajes andan desplegándose en mí casi sin esfuerzo mío) en que preciso aislarme de la familia: me quedo completamente sola en algún lugar y trabajo ocho o nueve horas diarias, suelo escribir así un tercio del libro y o lo termino, o vuelvo con todo casi terminado".

Noé Jitrik, por su parte, define:
"Podría creer que padezco de inspiración pero en realidad son solo ocurrencias a las que no les atribuyo ese carácter divino. Diría, correlativamente, que escribo por hábito sostenido; eso puede ser considerado rutina, pero en realidad escribo en cualquier parte y en cualquier momento".

Abelardo Castillo responde con determinación:
"Ninguna rutina; detesto la palabra rutina. También detesto la palabra inspiración, que me hace pensar en señoritas sublimes al borde del desmayo. Escribo como puedo y cuando puedo".

Y, finalmente, la siempre libre de corsets Hebe Uhart declara:
"No tengo rutina, y no sé por qué le parece a la gente tan importante la rutina de un escritor cuando al ser individuos tan distintos los escritores todos tienen hábitos tan distintos como sus peculiaridades como individuos. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, la repentina inspiración y el hábito sostenido no son dicotómicos: la inspiración (configuración de una imagen, sensación, etc.) suele venir cuando uno está o estuvo pensando largamente en una dirección".

¿Qué piensan ustedes del quehacer artístico? ¿Qué despierta la creatividad, de qué depende?

miércoles, 24 de agosto de 2011

La escritura y sus leyes, según Capote

El 24 de agosto de 1984, muere el escritor estadounidense Truman Capote. En la misma línea que Thomas Mann, respondía en una entrevista de la famosa publicación The Paris Review:
El único recurso que conozco es el trabajo. La escritura tiene leyes de perspectiva, de luz y sombra, igual que la pintura o la música. Si naces conociéndolas, perfecto. Si no, apréndelas. Y entonces reacomoda las reglas para que se adapten a ti. Incluso Joyce, nuestro más extremo inconforme, era un espléndido artesano; él pudo escribir Ulises precisamente porque pudo escribir Dublineses. Demasiados escritores parecen considerar que escribir cuentos es una especie de ejercicio con los dedos. Bueno, en tales casos lo único que hacen es ejercitar sus dedos...

miércoles, 17 de agosto de 2011

Oliverio Girondo y un poema cubista

El 17 de agosto de 1891 nace Oliverio Girondo, poeta argentino. Su familia era muy adinerada y eso le permitió invertir grandes cantidades de dinero en la publicación de libros y de revistas culturales. Estudió Derecho, pero muy pronto se conectó con poetas vanguardistas, cuyas obras lo impulsaron a comenzar su propia producción.

Entre sus libros, se destacan Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922), Calcomanías (1925), Espantapájaros (1932) y En la masmédula (1954). Murió en 1967.

A diferencia de otros contemporáneos –Borges, por ejemplo–, que eligieron un tono nostálgico ante las turbulencias sociales, políticas, económicas y sociológicas de su presente, Girondo siempre apostó con fascinación por el vértigo, la velocidad y la fragmentación de la ciudad moderna. Del vanguardismo, tomó lo lúdico, la falta de sentimentalismo y de tono confesional, y la desacralización de las convenciones éticas y estéticas. Extraemos, de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, su poema más cubista –por sus procedimientos dominantes: la fragmentación y la yuxtaposición–: "Croquis en la arena":
La mañana se pasea en la playa empolvada de sol.

Brazos.
Piernas amputadas.
Cuerpos que se reintegran.
Cabezas flotantes de caucho.

Al tornearles los cuerpos de las bañistas, las olas alargan sus virutas sobre el aserrín de la playa.

¡Todo es oro y azul!

La sombra de los toldos. Los ojos de las chicas que se inyectan novelas y horizontes. Mi alegría, de zapatos de goma, que me hace rebotar sobre la arena.

Por ochenta centavos, los fotógrafos venden los cuerpos de las mujeres que se bañan.

Hay quioscos que explotan la dramaticidad de la rompiente. Sirvientas cluecas. Sifones irascibles, con extracto de mar. Rocas de pechos algosos de marinero y corazones pintados de esgrimista. Bandadas de gaviotas, que fingen el vuelo destrozado de un pedazo blanco de papel.

¡Y ante todo está el mar!

¡El mar!... ritmo de divagaciones. ¡El mar! Con su baba y su epilepsia.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Siempre nos quedará París

“Siempre nos quedará París” dice Humphrey Bogart a Ingrid Bergman al final de Casablanca.


Y la película de Woody Allen Medianoche en París saca partido de esa convicción. Todo el ambiente mágico, bohemio y efervescente de la París de los años 20 (con su condesanción única de escritores, pintores y críticos, como Hemingway, Fitzgerald, Picasso y Dalí) aparece en este film que propone un dosificado viaje en el tiempo: su protagonista puede, como Cenicienta, subirse a un auto antiguo una vez que sonaron las 12 campanadas y visitar la misma ciudad que recorrió de día, pero 90 años atrás. Una época que para el aspirante a escritor que protagoniza la historia representa la edad de oro de las artes.

Lo gracioso, a medida que avanza la trama, es que para quienes viven los 20 la edad de oro es 40 años atrás, cuando pintaban Toulouse-Lautrec, Gauguin y Degas. Quienes, llegado su turno y siguiendo la lógica, proponen el Renacimiento como verdadera época gloriosa. Así, la añoranza por un pasado mejor y más brillante se muestra como parte de la condición humana.

Sin embargo, la fantasía tiene su encanto. Imaginar que uno puede viajar al momento histórico que quiera, conocer los personajes que más admire, vivir en directo los sucesos que cambiaron el curso de las cosas...

Por eso, si pudieran viajar en el tiempo a una de esas épocas mágicas, ¿adónde irían? ¿Qué viaje en el tiempo harían? ¿Visitarían las pirámides de Egipto mientras eran construidas; se paserían por la creativa Viena de Freud y de Klimt; serían jóvenes en los años 60, escuchando los primeros Beatles y participando de la cultura hippie? ¿A qué lugar y a qué época viajarían de poder moverse en el tiempo?

sábado, 30 de julio de 2011

Mario Vargas Llosa: confesiones de un exfumador

Extractos de una nota de La Nación en la que Mario Vargas Llosa traza su biografía como fumador (con la que se podría identificar cualquier vicioso):
"Tener un cigarrillo encendido en la mano se convirtió en el requisito indispensable para cualquier acción o decisión, trivial o importante, de la vida: abrir una carta, contestar una llamada por teléfono o pedir un préstamo en el banco. Fumaba entre plato y plato a la hora de las comidas y en la cama, dando la última pitada cuando el sueño me había arrebatado ya parte de la conciencia. (...)

Por esa época, mediados de los 60, un médico me advirtió que si no lo suprimía, debía por lo menos reducir drásticamente la ración de tabaco. Vivía atormentado con problemas de bronquios y los inviernos parisinos me tenían estornudando y tosiendo sin cesar. No le hice caso, convencido de que sin el tabaco la vida se me empobrecería terriblemente y que, incluso, hasta perdería las ganas de escribir. (...)

Dejé de fumar el día de 1970 que abandoné Londres para irme a vivir a Barcelona. Fue mucho menos difícil de lo que temía. Las primeras semanas no hice otra cosa que no fumar (era la única actividad que tenía en la cabeza), pero me ayudó mucho, desde el primer momento, empezar a dormir por fin como una persona normal, sin los accesos de tos que antes me despertaban varias veces en la noche, y despertar en la mañana con el cuerpo fresco, sin la fatiga de antes. Resultó divertidísimo descubrir que había olores distintos en la vida, y sobre todo sabores, es decir que no era lo mismo dar cuenta de un churrasco con arroz que de un plato de garbanzos. Dejar de fumar no afectó para nada mi trabajo intelectual; por el contrario, pude trabajar más horas, sin aquellas punzadas que antes me arrancaban del escritorio, mareado, en busca del vaso de leche. Las consecuencias negativas de dejar de fumar fueron el apetito, que se me multiplicó y me obligó a hacer ejercicios, dietas y hasta ayunos, y una cierta alergia al olor del tabaco, que en países donde todavía se fuma mucho y por doquier, como en España o América Latina, puede complicarle la vida bastante al ex fumador. (...)
Como suele ocurrir con los horribles conversos, en los primeros tiempos me volví un apóstol antitabaco."

martes, 26 de julio de 2011

Machado, haciendo camino al andar

El 26 de julio de 1875, nació el poeta español Antonio Machado. Sus primeros poemas, publicados en Soledades (1903), fueron melancólicos y musicales. A partir de Campos de Castilla (1912), comienza a asomar su preocupación por el contexto político de España, mientras que en Poesías completas (1917) y Nuevas canciones" (1924), aparece ya un tono filosófico y crítico.

Libro Antología poética

Cantados ya por Serrat (y memorizadas por miles de oyentes), aquí van los versos más célebres de Proverbios y cantares, y —a continuación el poema "Caminos":

XXIX

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

CAMINOS

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.

El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza

Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.

Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.

El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.

Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya, no puedo caminar con ella!

Encontrará más poesías del autor en Antología poética, libro de regalo para nuestros lectores

viernes, 22 de julio de 2011

Max Aub recordado con un microrrelato

El 22 de julio de 1972 fallece Max Aub, escritor francés de nacimiento, de ciudadanía española y naturalizado mexicano. Siempre se lo asocia con España porque fue el país en que residió sus años de formación y porque rápidamente adoptó la lengua castellana para su creación literaria.

Fue dramaturgo, narrador, novelista, poeta y crítico literario. Nació en París en 1903, hijo de padre alemán y madre francesa, pero se instaló en España, junto con su familia, en la adolescencia. Dirigió, entre 1935 y 1936, el teatro universitario "El búho". Durante la Guerra Civil colaboró con André Malraux en la filmación de L'Espoir (1937). Como republicano, cruzó la frontera en 1939 y fue, primero, internado en un campo francés, y luego, deportado a Argelia. Logró escapar en 1942 y se trasladó a México, donde se radicó para siempre.

En ese país latinoamericano publicó la parte más significativa de su obra literaria, como las novelas del ciclo "El laberinto mágico" (Campo cerrado; Campo de sangre; Campo abierto; Campo del moro; Campo francés; y Campo de los almendros) y varios volúmenes de cuentos. De sus cuentos breves, compartimos este:
Hablaba y hablaba...

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

viernes, 15 de julio de 2011

Roberto Bolaño y su bestiario nazi

El 15 de julio de 2003 muere Roberto Bolaño, escritor y poeta chileno, Premio Rómulo Gallegos en 1999 por su novela Los detectives salvajes.

Autor de una obra singular, extraemos una "entrada" de su peculiar obra de referencia La literatura nazi en América, conjunto de biografías apócrifas redactadas con una ironía muy sutil para un narrador en tercera persona que traza recorridos vitales a partir de huellas –publicaciones, citas de otros, hechos que han quedado grabados– y presunciones. A pesar de lo raro que resulta todo, la vida que se describe parece real y posible en toda su obscenidad. Este es el mérito literario y político de Bolaño en esta obra.
            SILVIO SALVÁTICO
            Buenos Aires, 1901 - Buenos Aires, 1994
            
            Entre sus propuestas juveniles se cuenta la reinstauración de la Inquisición, los castigos corporales públicos, la guerra permanente ya sea contra los chilenos o contra los paraguayos o bolivianos como una forma de gimnasia nacional, la poligamia masculina, el exterminio de los indios para evitar una mayor contaminación de la raza argentina, el recorte de los derechos de los ciudadanos de origen judío, la emigración masiva procedente de los países de escandinavos para aclarar progresivamente la epidermis nacional oscurecida después de años de promiscuidad hispano-indígena, la concesión de becas literarias a perpetuidad, la exención impositiva a los artistas, la creación de la mayor fuerza aérea de Sudamérica, la colonización de la Antártida, la edificación de nuevas ciudades en la Patagonia.

            Fue jugador de fútbol y futurista.

            De 1920 a 1929 escribió y publicó más de doce poemarios, algunos de los cuales obtuvieron premios municipales y provinciales, y frecuentó los salones literarios y las cafeterías de moda. Desde 1930, encadenado por un matrimonio desastroso y por una prole numerosa, trabajó como gacetillero y corrector en varios periódicos de la capital y frecuentó los tugurios y el arte de la novela que siempre le fue esquivo; publicó tres: Campos de Honor (1936), que trata de desafíos y de duelos semiclandestinos en un Buenos Aires espectral, La Dama Francesa (1949), un relato de prostitutas generosas, cantantes de tango y detectives, y Los Ojos del Asesino (1962), curiosa premonición del psico-killer cinematográfico de los setenta y ochenta.
            
            Murió en el asilo de ancianos de Villa Luro, con una maleta repleta de viejos libros y manuscritos inéditos por toda posesión.

            Sus libros nunca se reeditaron. Sus inéditos probablemente fueron arrojados a la basura o al fuego por los celadores del asilo.

martes, 5 de julio de 2011

viernes, 1 de julio de 2011

Onetti y la duración como clave

El 1º julio de 1909 nació el narrador uruguayo Juan Carlos Onetti, considerado por Julio Cortázar como el más grande novelista latinoamericano.

Aquí recordamos algunas declaraciones sobre la vida y la escritura publicadas en 1939 en la célebre revista montevideana Marcha:
Durar frente a un tema, al fragmento de vida que hemos elegido como materia de nuestro trabajo, hasta extraer, de él o de nosotros, la esencia única y exacta. Durar frente a la vida, sosteniendo un estado de espíritu que nada tenga que ver con lo vano e inútil, lo fácil, las peñas literarias, los mutuos elogios, la hojarasca de mesa de café. Durar en una ciega, gozosa y absurda fe en el arte, como en una tarea sin sentido explicable, pero que debe ser aceptada virilmente, porque sí, como se acepta el destino. Todo lo demás es duración física, un poco fatigosa, virtud común a las tortugas, las encinas y los errores.

Hay solo un camino. El que hubo siempre. Que el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire dentro suyo. Que comprenda que no tenemos huellas para seguir, que el camino habrá de hacérselo cada uno, tenaz y alegremente, cortando la sombra del monte y los arbustos enanos.

martes, 21 de junio de 2011

Sartre, pensador del humanismo del siglo XX

El 21 de junio de 1905 nacía Jean Paul Sartre. Teórico del individualismo (“Quien es auténtico asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es”) y del existencialismo, es sin duda uno de los pensadores clave del siglo XX. Retrató la náusea del hombre contemporáneo perdido en un mundo sin dioses ni sentido. 

Trató desde la filosofía y la literatura temas como la soledad, la muerte, la subjetividad o la libertad. Nadie personificó como él al intelectual comprometido con su tiempo; pocos han asumido de forma tan radical convicciones y gestos que la opinión pública podía denunciar como contradictorios: siendo un fervoroso comunista, condenó la invasión soviética de Hungría, apoyó la revolución maoísta; rechazó el Nobel de Literatura, pero reclamó el dinero; combatió en la Resistencia y estuvo en las barricadas del 68 francés.

Aquí, un fragmento de su texto "Por qué escribir", extraído de Qué es la literatura:
Cada cual tiene sus razones: para este, el arte es un escape; para aquel, un modo de conquistar. Pero cabe huir a una ermita, a la locura, a la muerte y cabe conquistar con las armas. ¿Por qué precisamente escribir, hacer por escrito esas evasiones y esas conquistas? Es que, detrás de los diversos propósitos de los autores, hay una elección más profunda e inmediata, común a todos. Vamos a intentar una elucidación de esta elección y veremos si no es ella misma lo que induce a reclamar a los escritores que se comprometan.

Cada una de nuestras percepciones va acompañada de la conciencia de que la realidad humana es "reveladora", es decir, de que "hay" ser gracias a ella o, mejor aún, que el hombre es el medio por el que las cosas se manifiestan; es nuestra presencia en el mundo lo que multiplica las relaciones; somos nosotros los que ponemos en relación este árbol con ese trozo de cielo; gracias a nosotros, esa estrella, muerta hace milenios, ese cuarto de luna y ese río se revelan en la unidad de un paisaje; es la velocidad de nuestro automóvil o nuestro avión lo que organiza las grandes masas terrestres; con cada uno de nuestros actos, el mundo nos revela un rostro nuevo. Pero, si sabemos que somos los detectores del ser, sabemos también que no somos sus productores. Si le volvemos la espalda, ese paisaje quedará sumido en su permanencia oscura. Quedará sumido por lo menos; no hay nadie tan loco que crea que el paisaje se reducirá a la nada. Seremos nosotros los que nos reduciremos a la nada y la tierra continuará en su letargo hasta que otra conciencia venga a despertarla. De este modo, a nuestra certidumbre interior de ser "reveladores" se une la de ser inesenciales en relación con la cosa revelada.

Uno de los principales motivos de la creación artística es indudablemente la necesidad de sentirnos esenciales en relación con el mundo. Este aspecto de los campos o del mar y esta expresión del rostro por mí revelados, cuando los fijo en un cuadro o un escrito, estrechando las relaciones, introduciendo el orden donde no lo había, imponiendo la unidad de espíritu a la diversidad de la cosa, tienen para mi conciencia el valor de una producción, es decir, hacen que me sienta esencial en relación con mi creación. Pero esta vez, lo que se me escapa es el objeto creado: no puedo revelar y producir a la vez. La creación pasa a lo inesencial en relación con la actividad creadora. Por de pronto, aunque parezca a los demás algo definitivo, el objeto creado siempre se nos muestra como provisional: siempre podemos cambiar esta línea, este color, esta palabra. El objeto creado no se impone jamás.

(...) Si producimos nosotros mismos las normas de la producción, las medidas y los criterios y si nuestro impulso creador viene de lo más profundo del corazón, no cabe nunca encontrar en la obra otra cosa que nosotros mismos: somos nosotros quienes hemos inventado las leyes con las que juzgamos esa obra; vemos en ella nuestra historia, nuestro amor, nuestra alegría; aunque la contemplemos sin volverla a tocar, nunca nos entrega esa alegría o ese amor, porque somos nosotros quienes ponernos esas cosas en ella; los resultados que hemos obtenido sobre el lienzo o sobre el papel no nos parecen nunca objetivos, pues conocemos demasiado bien los procedimientos de los que son los efectos. Estos procedimientos continúan siendo un hallazgo subjetivo: son nosotros mismos, nuestra inspiración, nuestra astucia, y, cuando tratamos de percibir nuestra obra, todavía la creamos, repetimos mentalmente las operaciones que la han producido y cada uno de los aspectos se nos manifiesta como un resultado. Así, en la percepción, el objeto se manifiesta como esencial y el sujeto como inesencial; este busca la esencialidad en la creación y la obtiene, pero entonces el objeto se convierte en inesencial.

Ahora bien, la operación de escribir supone una cuasi-lectura implícita que hace la verdadera lectura imposible. Cuando las palabras se forman bajo la pluma, el autor las ve, sin duda, pero no las ve como el lector, pues las conoce antes de escribirlas; su mirada no tiene por función despertar rozando las palabras dormidas que están a la espera de ser leídas, sino de controlar el trazado de los signos; es una misión puramente reguladora, en suma, y la vista nada enseña en este caso, salvo los menudos errores de la mano. El escritor no prevé ni conjetura: proyecta. Con frecuencia, se espera; espera, como se dice, la inspiración. Pero no se espera a sí mismo como se espera a los demás; si vacila, sabe que el porvenir no está labrado, que es él mismo quien tiene que labrarlo, y, si ignora todavía qué va a ser de su héroe, es sencillamente que todavía no ha pensado en ello, que no lo ha decidido; entonces, el futuro es una página en blanco, mientras que el futuro del lector son doscientas paginas llenas de palabras que le separan del fin. Así, el escritor no hace más que volver a encontrar en todas partes su saber, su voluntad, sus proyectos; es decir, vuelve a encontrarse a sí mismo; no tiene jamás contacto con su propia subjetividad y el objeto que crea está fuera de alcance: no lo crea para él. Si se relee, es ya demasiado tarde; su frase no será jamás a sus ojos completamente una cosa. El escritor va hasta los límites de lo subjetivo, pero no los franquea: aprecia el efecto de un rasgo, de una máxima, de un adjetivo bien colocado, pero se trata del efecto sobre los demás; puede estimarlo, pero no volverlo a sentir. Proust nunca ha descubierto la homosexualidad de Charlus, porque la tenía decidida antes de iniciar su libro. Y si la obra adquiere un día para su autor cierto aspecto de subjetividad, es que han transcurrido los años y que el autor ha olvidado lo escrito, no tiene ya en ello arte ni parte y no sería ya indudablemente capaz de escribirlo. Tal vez es el caso de Rousseau volviendo a leer El contrato social al final de su vida.

No es verdad, pues, que se escriba para sí mismo: sería el mayor de los fracasos; al proyectar las emociones sobre el papel, apenas se lograría procurarles una lánguida prolongación. El acto creador no es más que un momento incompleto y abstracto de la producción de una obra; si el autor fuera el único hombre existente, por mucho que escribiera, jamás su obra vería la luz como objeto; no habría más remedio que dejar la pluma o desesperarse. Pero la operación de escribir supone la de leer como su correlativo dialéctico y estos dos actos conexos necesitan dos agentes distintos. Lo que hará surgir ese objeto concreto e imaginario, que es la obra del espíritu, será el esfuerzo conjugado del autor y del lector. Sólo hay arte por y para los demás.

martes, 14 de junio de 2011

Borges y la repostería endecasílaba

Hoy (y como se recordará en diversos eventos) se cumplen 25 años de la muerte, en Ginebra, de Jorge Luis Borges.

Borges fue narrador, poeta, crítico literario... y un polemista hábil, irónico e ingenioso. En el fragmento que sigue, se expide en contra tanto de los defensores del arte social, como de aquellos que coartan su creación por requerimientos vacuos de la rima (en una clara alusión a Leopoldo Lugones, cultor en sus poemas de las asonancias en -ul):
Es una insípida y notoria verdad que el arte no debe estar al servicio de la política. Hablar de arte social es como hablar de geometría vegetariana o de repostería endecasílaba. Tampoco el Arte por el Arte es la solución. Para eludir las fauces de ese aforismo, conviene distinguir los fines del arte de las excitaciones que lo producen. Hay excitaciones formales, id est, artísticas. Es muy sabido que la palabra AZUL en punta de verso produce la palabra ABEDUL, y que ésta engendra la palabra ESTAMBUL, que luego exige reverberaciones de TUL. Hay otros menos evidentes estímulos. Parece fabuloso, pero la política es uno de ellos. Hay constructores de odas que beben su mejor inspiración en el Impuesto Único y acreditados sonetistas que no segregan ni un primer hemistiquio sin el Voto Secreto y Obligatorio. Todos ya saben que este es un misterioso universo, pero muy pocos de esos todos lo sienten.
Y por si caben dudas de a quién se refiere con su ejemplo, aquí otra conclusión similar, pero con nombre y apellido, sobre la fatalidad del "sistema de Lugones":
si [un poeta] rima en ul como Lugones, tiene que azular algo enseguida para disponer de un azul o armar un viaje para que le dejen llevar baúl u otras indignidades.

sábado, 11 de junio de 2011

Vargas Llosa: veredictos de los censores franquistas

Imperdible reporte de reportes: informes de obra franquistas sobre novelas de Mario Vargas Llosa para determinar si eran censuradas. Dos ejemplos:

Sobre La ciudad y los perros
"Literatura inmoral. Las palabras más corrientes son mierda, cojones, joder. Han de tacharse los siguientes pasajes graves (...) Todo ello repelente en general y en todo se refiere casi siempre, además de la inmoralidad general, a la mariconería, y con ello decimos todo".

Sobre Conversación en La Catedral
"Novela marxista, anticlerical, antimilitarista y obscena. (...) No creo que en ningún caso pueda autorizarse este; pero salvo la mejor decisión de la Superioridad, y a fin de evitar situaciones enojosas, creo que debe aplicársele el SILENCIO ADMINISTRATIVO".

Aquí la nota completa.

lunes, 6 de junio de 2011

Pedro Mairal: junio como últimátum

Como muy bien capta Pedro Mairal, llegó el mes de junio, y con él el replanteo del programa anual al que solemos someternos todos los eneros:

"Cuidado con mayo y junio. Son meses de renuncias, no tanto políticas, sino más bien personales. (...) A principio de año empezaste clases de actuación o te anotaste en sociología, en percusión, en el gimnasio, en pileta, pensando que este año finalmente ibas a lograrlo, este año iba a ser distinto, todo vos ibas a ser un súper vos, más alto, parado más derecho, más flaco, comiendo menos y mejor, te ibas a poner las pilas, este año ibas a terminar la tesis, o el quincho de atrás, este año ibas a cuidar bien el jardín, a pintar, a pasarte en limpio (...)"

El texto completo, aquí.