jueves, 31 de marzo de 2011

Blogs de escritores


Entre los gustos que da Internet a quienes disfrutan de la literatura, está la existencia de los blogs. Especialmente, de los llevados adelante por escritores de probado oficio, que, entre publicaciones tradicionales como el género de la novela o el ensayo, usan este espacio como canal de expresión más inmediata, más espontánea y –seguramente– más libre. 

El blog que la escritora mexicana Ángeles Mastretta actualiza en la página de El País, por ejemplo, siempre viene provisto de alguna evocación personal espesada con reflexiones:
Quizás lo que necesito son vitaminas, pero me ha dado por echarle la culpa a mi muerta preferida, porque no puedo escribir ficción. Yo, que presumo de ser el escepticismo religioso en dos pies, tengo a bien concederles poderes extraterritoriales a los muertos. Y encuentro que mi madre ha hecho varios milagros desde que murió.
(...) A mi madre no le parecía meritorio esto de escribir cuentos. Para ella no había virtud sin dificultad y mi profesión, en el caso de aceptar que lo fuera, no le parecía difícil. Todo el asunto lo trataba como una frivolidad remunerada por quién sabe qué ilusos. De ninguna manera encomiable. Nunca la vi dichosa con alguno de los que se podrían considerar mis logros profesionales. Le daban un poco de timidez. (Miraba a los lectores como diciendo: ellos no saben que yo sé. Aquí hay trampa, así no fue como pasó, ni esos señores vivían en esa casa). Siento que a los premios los veía como un equívoco del destino. Algo de razón habrá tenido. El caso es que ahora que se ha puesto, como dice Eliseo Alberto que se ponen los muertos, su disfraz de fantasma, no la veo dispuesta a permitir que yo vuelva a creer en mis inventos. En que valen la pena, en que le importan a alguien. Y me tropiezo conmigo misma, incapaz de mentir, de creerme los ojos o la ropa, el peinado y los amores de alguien.
Al final de cada entrada de su “Puerto libre”, Mastretta nunca olvida despedirse de sus lectores con recomendaciones musicales o literarias: qué concierto o qué poesía de puede disfrutar ese mismo día.

El blog de la escritora argentina Patricia Suárez, "Discreto encanto", es definido por ella como "Breves impresiones personales. Pequeñas luces del mundo", y ese parece el mejor reflejo posible de su contenido compuesto por fotografías, transcripciones de libros y definiciones personales e intensas.

“Microrréplicas”, el blog del escritor también argentino radicado en España Andrés Neuman, es más homogéneo: consiste en entradas de producción propia y similar extensión (no en vano se describe como “reflexiones dispersas en 100 palabras”), generalmente en torno a lecturas nuevas de autores reconocidos o a hechos de trascendencia cultural.

A veces, estos blogs parecen funcionar como lugares de experimentación para probar la eficacia de un cuento o la gracia de una anécdota. Otras, como vías para expresar una dimensión más personal, la de los gustos, las preferencias y los caprichos cotidianos. Hasta se puede intuir que también resultan modos de pensar en voz alta e, incluso, de no perder el ritmo de producción ni el contacto con los lectores.

¿Alguna recomendación de blogs como los que describimos? ¿Alguna reflexión acerca del tema? Lo compartimos todo en nuestro blog.

lunes, 28 de marzo de 2011

Mis labios sin tus rojos... — recordando a Miguel Hernández

El 28 de marzo de 1942 muere —en prisión franquista, de tuberculosis y sólo con 31 años— Miguel Hernández, poeta español. Entre sus obras, se destacan El rayo que no cesa y Viento del pueblo. Poesía en la guerra. De Imagen de tu huella, extrajimos el poema II:
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

viernes, 25 de marzo de 2011

Recuerdo de Roland Barthes

El 25 de marzo de 1980, el escritor, ensayista y semiólogo francés Roland Barthes moría de muerte triste y absurda: era atropellado frente a la Sorbona, la célebre universidad parisina.

Aquí, un fragmento que da cuenta de su constante interés en encontrar libertad en esa creación humana que es el lenguaje, algo solo posible —para él— en la literatura:
"En la lengua, pues, servilismo y poder se confunden ineluctablemente. Si se llama libertad a no solo la capacidad de sustraerse al poder, sino también y sobre todo a la de no someter a nadie, entonces no puede haber libertad sino fuera del lenguaje. Desgraciadamente no hay nada afuera del lenguaje humano: es todo a puertas cerradas. Sólo se puede salir de él al precio de lo imposible: por la singularidad mística (...) o también por el amén nietzscheano (...). Pero a nosotros, que no somos caballeros de la fe ni superhombres, solo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua. A esta fullería saludable, a esta esquiva y magnífica engañifa que permite escuchar a la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, por mi parte yo la llamo: literatura."

jueves, 24 de marzo de 2011

Mariano José de Larra, recordatorio fatal

El 24 de marzo de 1809, nace escritor español Mariano José de Larra, tal como acusa el texto que sigue:

El número 24 me es fatal: si tuviera que probarlo diría que en día 24 nací. Doce veces al año amanece, sin embargo, día 24; soy supersticioso, porque el corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer; sin duda por esa razón creen los amantes, los casados y los pueblos a sus ídolos, a sus consortes y a sus Gobiernos, y una de mis supersticiones consiste en creer que no puede haber para mí un día 24 bueno. El día 23 es siempre en mi calendario víspera de desgracia, y a imitación de aquel jefe de policía ruso que mandaba tener prontas las bombas las vísperas de incendios, así yo desde el 23 me prevengo para el siguiente día de sufrimiento y resignación, y, en dando las doce, ni tomo vaso en mi mano por no romperle, ni apunto carta por no perderla, ni enamoro mujer porque no me diga que sí, pues en punto a amores tengo otra superstición: imagino que la mayor desgracia que a un hombre le puede suceder es que una mujer le diga que le quiere. Si no la cree es un tormento, y si la cree... ¡Bienaventurado aquél a quien la mujer dice no quiero, porque ése a lo menos oye la verdad!

lunes, 21 de marzo de 2011

viernes, 18 de marzo de 2011

Philip Roth, sobre la vida y la muerte

Con la excusa de la efeméride del nacimiento de Philip Roth (el 19 de marzo de 1933), compartimos aquí unos fragmentos del libro El animal moribundo, una nouvelle sobre la obsesión, la muerte, el sexo como experiencia superior a la del intelecto y la inevitable influencia de nuestros padres en la forma en que vivimos de adultos.
“Envejecer es inimaginable excepto para quien envejece.”

“Ahora mide el tiempo contando hacia delante, contando el tiempo por la proximidad de la muerte. La ilusión se ha roto, la ilusión metronómica, el pensamiento consolador de que, tictac, todo sucede a su debido tiempo. Su sentido del tiempo es ahora el mismo que yo tengo, acelerado e incluso más desesperanzado que el mío.”

“El cuento de hadas más encantador de tu infancia es el de que todo sucede en orden. Tus abuelos se van mucho antes que tus padres y estos mucho antes que tú. Si tienes suerte, las cosas pueden salirte así, la gente envejeciendo y muriendo en orden, de modo que en el funeral mitigas tu dolor pensando que esa persona ha tenido una larga vida. Ese pensamiento hace que la extinción sea menos tortuosa, pero es el truco que empleamos para conservar intacta la ilusión metronómica y tener a raya la tortura del tiempo.”

“En toda persona serena y razonable está oculta una segunda persona aterrada por la muerte, mas para alguien de treinta y dos años el tiempo entre Ahora y Entonces es de ordinario tan vasto, tan ilimitado, que quizá tan solo un par de veces al año, y entonces solo durante unos breves instantes y bien entrada la noche, uno se encuentra con esa segunda persona y con el estado de enajenación que es la vida cotidiana de la segunda persona”.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Trilce

El 16 de marzo de 1892 nacía César Vallejo, poeta peruano de mucha influencia en la literatura posterior.

Su obra más célebre es Trilce. De allí extrajimos este fragmento poético:
Me desvinculo del mar
cuando vienen las aguas a mí.

Salgamos siempre. Saboreemos
la canción estupenda, la canción dicha
por los labios inferiores del deseo.
Oh prodigiosa doncellez.
Pasa la brisa sin sal.

A lo lejos husmeo los tuétanos
oyendo el tanteo profundo, a la caza
de teclas de resaca.

Y si así diéramos las narices
en el absurdo,
nos cubriremos con el oro de no tener nada,
y empollaremos el ala aún no nacida
de la noche, hermana
de esta ala huérfana del día,
que a fuerza de ser una ya no es ala.

martes, 8 de marzo de 2011

Bioy Casares y la vejez

Hoy, hace 12 años, moría Adolfo Bioy Casares, escritor argentino, autor de cuentos fantásticos y policiales.

Pero hoy recordamos no su obra, sino su vida. Del libro de apuntes personales Descanso para caminantes, extraemos esta entrada del 3 de marzo de 1976, en la que, a los 63 años, cuenta cómo va procesando el paso del tiempo:
Dolorido. Desde 1972 hasta 1975, mi estado de ánimo fue melancólico. Desde luego por la enfermedad, desde luego por el dolor, pero sobre todo porque estuve dedicado a tragar un ladrillo. El áspero, el inaceptable ladrillo de la propia vejez.
Inevitable no recordar a Rubén Darío y su calificación de la juventud como "divino tesoro". En un tono más cotidiano, más íntimo, más simple, para Bioy Casares la vejez es un ladrillo por digerir.

Y sin embargo, con cierta resolución, concluye ese párrafo diciendo:
Ya que soy un viejo, quiero ser un viejo emprendedor y alegre.

domingo, 6 de marzo de 2011

García Máquez: algunas afirmaciones sobre el oficio de escritor

El 6 de marzo 1928 nace Gabriel García Márquez, o Gabo, escritor y periodista colombiano y Premio Nobel de Literatura en 1982. Su primera novela fue La Hojarasca (1955), luego publicó El coronel no tiene quien le escriba (1961), La mala hora (1962), Los funerales de Mamá Grande (1962) y la novela que lo consagró internacionalmente: Cien años de Soledad (1967). Entre sus obras insoslayables figuran también Relato de un náufrago (1968), El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1985) y El amor en los tiempos del cólera (1985).

De escritura (tanto de escritura de ficción, como de no ficción, y sobre todo del intermedio entre ambas) García Márquez sabe como pocos. Aquí, algunas frases sueltas sobre las claves de su oficio:
“El oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica”. 
"Una cosa es una historia larga, y otra, una historia alargada."

"El final de un reportaje hay que escribirlo cuando vas por la mitad."

"El autor recuerda más cómo termina un artículo que cómo empieza."

"Es más fácil atrapar un conejo que un lector."

"Hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad."

"Cuando uno se aburre escribiendo el lector se aburre leyendo."

"El esfuerzo involucrado en escribir un cuento es tan intenso como el de empezar a escribir una novela, donde todo debe ser definido en el primer párrafo: estructura, tono, extensión y, a veces, hasta la personalidad de los personajes."

"No debemos obligar al lector a leer una frase de nuevo."

jueves, 3 de marzo de 2011

La soledad de Marguerite Duras

El 3 de marzo de 1996, moría Marguerite Duras, escritora francesa. En su libro Escribir (especie de diario sobre la labor creativa) dejó dicho:

La soledad no se encuentra, se hace. La soledad se hace sola. Yo la hice. Porque decidí que era allí donde donde debía estar sola, donde estaría sola para escribir libros. Sucedió así. Estaba sola en casa. Me encerré en ella. También tenía miedo, claro. Y luego la amé. La casa, esta casa, se convirtió en la casa de la escritura. Mis libros salen de esta casa. También de esta luz, de este jardín. De esta luz reflejada en el estanque. He necesitado veinte años para escribir lo que acabo de decir.