lunes, 28 de septiembre de 2015

e-lecturas

El e-book ¿mató al libro?

15 años después de que la pregunta se instalara (y de que los chistes, como el de arriba, que exageran la oposición entre uno y otro proliferaran) podemos responder que no. De hecho, lo que los especialistas auguran es, por lo menos durante un buen tiempo, una amistosa convivencia. Y esto porque cada formato aporta lo suyo.

El libro impreso nos da un placer al que nos hemos acostumbrado: su peso, su aroma, la posibilidad de recorrer sus páginas con los dedos... además de que lo podemos llevar a todos lados. Los libros digitales ofrecen otras ventajas: gran capacidad de almacenamiento (se pueden llevar muchos libros en un dispositivo, algo genial para viajes tanto cortos como largos), la posibilidad de configurar el tamaño de la letra (ideal para quienes tienen problemas de visión) y un precio final más barato.

Así que hoy es normal leer en los dos soportes. Incluso hay personas que se compran la misma obra en versión digital e impresa: por ejemplo, la primera para leer en viajes y la segunda para atesorar. Y además la industria ha inventado aplicaciones que permiten que lo electrónico y lo impreso se potencien: de esta manera, pasando un dispositivo por sobre un libro, se nos puede abrir un video, una canción, una animación.

Tal vez la pregunta no sea tanto en qué formato se lee hoy en día, sino cómo se lee. Este parece ser un cambio más trascendente, más revolucionario que el del soporte: la lectura actual que tiende al fragmento, a la descontextualización, y a relacionar leer y escribir como práctica mezclada, lectura y producción propia, del tipo que sea (transcribir, retocar, postear, extractar para sí...).

Nos gustaría saber sobre sus lecturas. ¿En qué soportes leen? O, en todo caso, ¿en qué soporte leen qué material (a lo mejor, leen el diario en pantalla, pero una novela en papel, o la inversa)? Y ¿cómo ven afectada su práctica de lectura hoy: tienen tiempo para leer, hacen algo mientras leen, en qué situaciones leen...? Lo conversamos en el blog.

jueves, 10 de septiembre de 2015

El Paraíso como una biblioteca

El bibliotecario: figura clave tanto para iniciar a la lectura como para que lograr que el hábito se mantenga a lo largo de la vida. Hoy, con las nuevas tecnologías para publicar, almacenar y compartir libros, es una profesión en proceso de reinventarse. En cada país, el bibliotecario tiene su día. En la Argentina, por ejemplo, su efemérides es el próximo 13 de septiembre; por eso, aprovechamos la excusa para recordar su figura y su función.

El bibliotecario (1566), de Giuseppe Arcimboldo
Muchos escritores fueron bibliotecarios, como los franceses George Perec y Marcel Proust, como Lewis Carroll (en la Biblioteca del college Chris Church ), como Perrault y los hermanos Grimm, quienes invirtieron la mayor parte de su tiempo entre estantes en recopilar más información sobre los cuentos tradicionales.

Pero tal vez el escritor-bibliotecario más representativo, el que primero se nos viene a la mente, sea Borges, quien decía imaginar la biblioteca como una especie de paraíso. Borges llegó a ser director de la Biblioteca Nacional de la Argentina cuando ya estaba ciego. Y a causa de esa paradoja de contar con todos los libros a disposición, pero sin el sentido de la vista, escribió el conocido "Poema de los dones", cuyo inicio no está demás refrescar: 
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden 
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría. 
(...)
Seguramente muchos de ustedes tengan anécdotas de biblioteca o, incluso, sean bibliotecarios ustedes mismos (profesionales o vocacionales, es decir: prestadores compulsivos de libros). ¿Qué anécdotas pueden contarnos? ¿Qué valoración pueden hacer de estos mediadores entre los lectores y los libros? Lo conversamos aquí. Y se inaugura en este acto la semana del bibliotecario en nuestro Facebook: ya verán las imágenes alusivas. 

jueves, 3 de septiembre de 2015

Un cuarto propio


A Virginia Woolf le piden una conferencia sobre la mujer y la novela. Pero ella se pone a pensar en lo que de verdad le interesa: la diferencia de condiciones entre un género y otro, y la desgracia de ver dificultada la práctica de la escritura. Y dice, para empezar su análisis (que sí, abordará el tema de la mujer y la novela):
“Solo puedo ofrecerles una opinión sobre un tema menor: para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio; y eso, como ustedes verán, deja sin resolver el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela”.
(...) “Si una mujer escribía, tenía que hacerlo en la sala común. Y, como se hubo de lamentar Miss Nightingale con tanta vehemencia -las mujeres nunca tienen una media hora… que sea realmente de ellas-, siempre la interrumpían".
Todo esto está en su muy recomendable libro Un cuarto propio. Y como un cuarto que valga la pena tiene siempre una vista que nos permite descansar los ojos y pensar, así, con más libertad, este cuadro nos hace acordar a él. De John Piper, Vista desde una ventana (1933):