viernes, 24 de agosto de 2012

Borges, la literatura como alegría

Hoy se cumple un nuevo aniversario del nacimiento del escritor argentino Jorge Luis Borges (exactamente, 113 años).


Para homenajearlo, transcribimos algunas respuestas que dio en entrevistas, en las que aparecen facetas contrarias a los lugares comunes sobre Borges (el escritor distante, insensible, excesivamente racional, más bien deprimido y apocado):
PREGUNTA: Algunos lectores han encontrado sus relatos bastante fríos e impersonales, como los de algunos nuevos narradores franceses. ¿Es esa su intención?

RESPUESTA: No. (Con tristeza.) Si ha ocurrido eso, es sólo por torpeza. Porque sentí profundamente esos relatos. Los sentí tan profundamente que los conté... bien, usando símbolos extraños para que la gente no descubriera que son más o menos autobiográficos. Los relatos eran sobre mí, sobre mis experiencias personales. Supongo que es parte del apocamiento inglés, ¿no?

PREGUNTA: ¿Se puede planificar el estudio de la literatura en general, se pueden hacer programas para estudiar?

RESPUESTA: Es una actividad peligrosa, pero necesaria (...). He preferido enseñarles a mis estudiantes no la literatura inglesa –que ignoro– pero sí el amor de ciertos autores, o, mejor aún, de ciertas páginas, o, mejor aún, de ciertas líneas. Y con eso basta, me parece. Uno se enamora de una línea, después de una página, después del autor; bueno, ¿por qué no? Es un hermoso proceso.

PREGUNTA: Borges, ¿usted no comparte las torturas del acto creativo?

RESPUESTA: Montaigne escribió una frase tan eficaz como memorable: “No hago nada sin alegría”. Él se refería a la lectura, a que si encuentra un párrafo tortuoso en un libro, lo abandona, porque eso interrumpe la felicidad. Yo trasladaría la frase de Montaigne, y también una de mi hermana, Norah, al acto de escribir. Norah dice que la pintura es el arte de dar alegría. Para mí también la literatura es una forma de la alegría. Por eso me parece que Joyce fracasa con su Ulises. La felicidad no creo que necesite de lo que usted llama tortura.

jueves, 23 de agosto de 2012

Borges, el precursor


Jorge Luis Borges murió en 1986. Y había dejado de ver (de caminar, de mirar ciudades, y de leer y escribir por su cuenta) cuando se quedó ciego, promediando la década del 50. No obstante, pudo entender como pocos el paradigma intelectual del siglo XX; tanto que, como ya ha sido señalado en ocasiones, algunos de sus cuentos prefiguran, en cierto modo, los aspectos esenciales de la herramienta tecnológica que más usamos hoy, Internet.
En su escritura, Borges cultivó una variedad de géneros: poesía, ensayos, crítica literaria y narrativa (cuentos policiales, fantásticos, humorísticos…). Dentro de toda esta diversidad, sin embargo, los temas fueron pocos: el destino, Dios, el tiempo, el estatus de la realidad, la tradición literaria. Y es en relación con estos tópicos que en sus ficciones (a veces fantásticas) aparece la alusión a espacios y lógicas que tienen un sorprendente  parecido con las formas en que actualmente producimos y compartimos conocimiento.
Algunos ejemplos. En “La biblioteca de Babel”, la identificación del universo con un espacio virtualmente infinito de depósito del saber: “El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales”, llenas de anaqueles con libros.

“El Aleph”, nombre dado al cuento por "el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos", parece anticipar la extraña viabilidad de un espacio que concentre todo el "inconcebible universo".
Y, también, la misteriosa enciclopedia de autoría anónima, que propone incluso mundos inventados, como en el relato “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”; o “El jardín de senderos que se bifurcan”, que postula la posibilidad de un tiempo y un destino coexistentes con otros tiempos y destinos, con la posibilidad, en definitiva, de varias vidas a la vez, lo que equivaldría hoy a las identidades paralelas habilitadas por la práctica recurrente de usar, en las redes sociales, distintos avatares, perfiles y biografías.
Muchas son las formas de ingresar a la vasta y rica literatura de Borges. La que les proponemos esta vez es solo una entre varias, con el deseo de que sirva como excusa para releerlo hoy, 24 de agosto de 2012 (o casi), cuando se cumplen 113 años de su nacimiento.