viernes, 28 de noviembre de 2014

Metáforas del día a día

Solemos relacionar las metáforas exclusivamente con el lenguaje poético. Pero esta figura retórica (que consiste en una comparación que no se explicita: por ejemplo, cuando en vez de referirnos a los ojos hablamos de "dos luceros") impregna la lengua que usamos todos los días. Y, más todavía, según dicen los que saben, influye en la forma en que vemos las cosas: la metáfora moldea enteramente nuestro modo de pensar y percibir. 

Obra de Brian Kershinik
Así lo revelaron George Lakoff y Mark Johnson, cuando, luego de numerosos estudios lingüísticos, dieron cuenta de que en lo más habitual de nuestras comunicaciones podemos encontrar asociaciones muy arraigadas (ya naturalizadas) que evidencian el vínculo de fondo entre dos sentidos originalmente distintos.

Por ejemplo, estamos acostumbrados a presentar las discusiones como si fueran guerras: expresiones como "ese argumento es indefendible", "le encontré el punto débil", "dio en el blanco en su ataque" o "perdió la discusión" son de lo más frecuentes.

Medimos la categoría de “tiempo”, por su parte, como el dinero (en una cultura que, de hecho, paga por horas), por eso el tiempo "se pierde", "se gasta", "se gana", "se ahorra" o "se reserva". Y también se agradece ("gracias por su tiempo").

También podemos rastrear la asociación entre expresiones y recipientes, cuando hacemos referencia a palabras “con contenido" o, por el contrario, "huecas". En cuanto a las teorías y las ideas, son asociadas con distintos conceptos: edificaciones (con bases, apoyos, la posibilidad de ser débiles o sólidas, fuertes o proclives a derrumbarse), comidas (se tragan o no, tienen "mal sabor", se "devoran", "son sustanciosas") o seres vegetales (se describen como "fructíferas", se “plantan”, “ramifican”...).
 
Pasando a los humores, funciona siempre un parámetro básico: arriba siempre es positivo (feliz: el ánimo se "levanta") y abajo, lo contrario: se está "deprimido" o "caído".

En lo que respecta a los países y su clase política, su economía o su sociedad, se suelen tratar como organismos: gozan de buena salud,
tienen un cáncer, están corrompidos...

Y finalmente y sobre todo, la metáfora más integrada, desde Dante ("A mitad del camino de la vida", como comienza célebremente su Divina Comedia) y antes todavía, la vida como trayecto: se habla del inicio y del final de la vida, y cuando nos presentamos a trabajos presentamos nuestra "carrera de vida" (currículum vítae) u hoja de ruta.

La idea subyacente parece ser que cuando tenemos que lidiar con conceptos abstractos o complejos, nos los acercamos mediante asociaciones que nos resultan más próximas, más asibles, más representables. Y así formamos un base conceptual que es punto de apoyo (otra metáfora: ideas como soportes o fundamentos) de nuestras ideas.

¿Qué otras metáforas detectan camufladas en nuestra vida cotidiana? ¿Sería posible pensar sin estos paralelos? Lo seguimos conversando aquí.