sábado, 30 de julio de 2011

Mario Vargas Llosa: confesiones de un exfumador

Extractos de una nota de La Nación en la que Mario Vargas Llosa traza su biografía como fumador (con la que se podría identificar cualquier vicioso):
"Tener un cigarrillo encendido en la mano se convirtió en el requisito indispensable para cualquier acción o decisión, trivial o importante, de la vida: abrir una carta, contestar una llamada por teléfono o pedir un préstamo en el banco. Fumaba entre plato y plato a la hora de las comidas y en la cama, dando la última pitada cuando el sueño me había arrebatado ya parte de la conciencia. (...)

Por esa época, mediados de los 60, un médico me advirtió que si no lo suprimía, debía por lo menos reducir drásticamente la ración de tabaco. Vivía atormentado con problemas de bronquios y los inviernos parisinos me tenían estornudando y tosiendo sin cesar. No le hice caso, convencido de que sin el tabaco la vida se me empobrecería terriblemente y que, incluso, hasta perdería las ganas de escribir. (...)

Dejé de fumar el día de 1970 que abandoné Londres para irme a vivir a Barcelona. Fue mucho menos difícil de lo que temía. Las primeras semanas no hice otra cosa que no fumar (era la única actividad que tenía en la cabeza), pero me ayudó mucho, desde el primer momento, empezar a dormir por fin como una persona normal, sin los accesos de tos que antes me despertaban varias veces en la noche, y despertar en la mañana con el cuerpo fresco, sin la fatiga de antes. Resultó divertidísimo descubrir que había olores distintos en la vida, y sobre todo sabores, es decir que no era lo mismo dar cuenta de un churrasco con arroz que de un plato de garbanzos. Dejar de fumar no afectó para nada mi trabajo intelectual; por el contrario, pude trabajar más horas, sin aquellas punzadas que antes me arrancaban del escritorio, mareado, en busca del vaso de leche. Las consecuencias negativas de dejar de fumar fueron el apetito, que se me multiplicó y me obligó a hacer ejercicios, dietas y hasta ayunos, y una cierta alergia al olor del tabaco, que en países donde todavía se fuma mucho y por doquier, como en España o América Latina, puede complicarle la vida bastante al ex fumador. (...)
Como suele ocurrir con los horribles conversos, en los primeros tiempos me volví un apóstol antitabaco."

martes, 26 de julio de 2011

Machado, haciendo camino al andar

El 26 de julio de 1875, nació el poeta español Antonio Machado. Sus primeros poemas, publicados en Soledades (1903), fueron melancólicos y musicales. A partir de Campos de Castilla (1912), comienza a asomar su preocupación por el contexto político de España, mientras que en Poesías completas (1917) y Nuevas canciones" (1924), aparece ya un tono filosófico y crítico.

Libro Antología poética

Cantados ya por Serrat (y memorizadas por miles de oyentes), aquí van los versos más célebres de Proverbios y cantares, y —a continuación el poema "Caminos":

XXIX

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

CAMINOS

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.

El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza

Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.

Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.

El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.

Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya, no puedo caminar con ella!

Encontrará más poesías del autor en Antología poética, libro de regalo para nuestros lectores

viernes, 22 de julio de 2011

Max Aub recordado con un microrrelato

El 22 de julio de 1972 fallece Max Aub, escritor francés de nacimiento, de ciudadanía española y naturalizado mexicano. Siempre se lo asocia con España porque fue el país en que residió sus años de formación y porque rápidamente adoptó la lengua castellana para su creación literaria.

Fue dramaturgo, narrador, novelista, poeta y crítico literario. Nació en París en 1903, hijo de padre alemán y madre francesa, pero se instaló en España, junto con su familia, en la adolescencia. Dirigió, entre 1935 y 1936, el teatro universitario "El búho". Durante la Guerra Civil colaboró con André Malraux en la filmación de L'Espoir (1937). Como republicano, cruzó la frontera en 1939 y fue, primero, internado en un campo francés, y luego, deportado a Argelia. Logró escapar en 1942 y se trasladó a México, donde se radicó para siempre.

En ese país latinoamericano publicó la parte más significativa de su obra literaria, como las novelas del ciclo "El laberinto mágico" (Campo cerrado; Campo de sangre; Campo abierto; Campo del moro; Campo francés; y Campo de los almendros) y varios volúmenes de cuentos. De sus cuentos breves, compartimos este:
Hablaba y hablaba...

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

viernes, 15 de julio de 2011

Roberto Bolaño y su bestiario nazi

El 15 de julio de 2003 muere Roberto Bolaño, escritor y poeta chileno, Premio Rómulo Gallegos en 1999 por su novela Los detectives salvajes.

Autor de una obra singular, extraemos una "entrada" de su peculiar obra de referencia La literatura nazi en América, conjunto de biografías apócrifas redactadas con una ironía muy sutil para un narrador en tercera persona que traza recorridos vitales a partir de huellas –publicaciones, citas de otros, hechos que han quedado grabados– y presunciones. A pesar de lo raro que resulta todo, la vida que se describe parece real y posible en toda su obscenidad. Este es el mérito literario y político de Bolaño en esta obra.
            SILVIO SALVÁTICO
            Buenos Aires, 1901 - Buenos Aires, 1994
            
            Entre sus propuestas juveniles se cuenta la reinstauración de la Inquisición, los castigos corporales públicos, la guerra permanente ya sea contra los chilenos o contra los paraguayos o bolivianos como una forma de gimnasia nacional, la poligamia masculina, el exterminio de los indios para evitar una mayor contaminación de la raza argentina, el recorte de los derechos de los ciudadanos de origen judío, la emigración masiva procedente de los países de escandinavos para aclarar progresivamente la epidermis nacional oscurecida después de años de promiscuidad hispano-indígena, la concesión de becas literarias a perpetuidad, la exención impositiva a los artistas, la creación de la mayor fuerza aérea de Sudamérica, la colonización de la Antártida, la edificación de nuevas ciudades en la Patagonia.

            Fue jugador de fútbol y futurista.

            De 1920 a 1929 escribió y publicó más de doce poemarios, algunos de los cuales obtuvieron premios municipales y provinciales, y frecuentó los salones literarios y las cafeterías de moda. Desde 1930, encadenado por un matrimonio desastroso y por una prole numerosa, trabajó como gacetillero y corrector en varios periódicos de la capital y frecuentó los tugurios y el arte de la novela que siempre le fue esquivo; publicó tres: Campos de Honor (1936), que trata de desafíos y de duelos semiclandestinos en un Buenos Aires espectral, La Dama Francesa (1949), un relato de prostitutas generosas, cantantes de tango y detectives, y Los Ojos del Asesino (1962), curiosa premonición del psico-killer cinematográfico de los setenta y ochenta.
            
            Murió en el asilo de ancianos de Villa Luro, con una maleta repleta de viejos libros y manuscritos inéditos por toda posesión.

            Sus libros nunca se reeditaron. Sus inéditos probablemente fueron arrojados a la basura o al fuego por los celadores del asilo.

martes, 5 de julio de 2011

viernes, 1 de julio de 2011

Onetti y la duración como clave

El 1º julio de 1909 nació el narrador uruguayo Juan Carlos Onetti, considerado por Julio Cortázar como el más grande novelista latinoamericano.

Aquí recordamos algunas declaraciones sobre la vida y la escritura publicadas en 1939 en la célebre revista montevideana Marcha:
Durar frente a un tema, al fragmento de vida que hemos elegido como materia de nuestro trabajo, hasta extraer, de él o de nosotros, la esencia única y exacta. Durar frente a la vida, sosteniendo un estado de espíritu que nada tenga que ver con lo vano e inútil, lo fácil, las peñas literarias, los mutuos elogios, la hojarasca de mesa de café. Durar en una ciega, gozosa y absurda fe en el arte, como en una tarea sin sentido explicable, pero que debe ser aceptada virilmente, porque sí, como se acepta el destino. Todo lo demás es duración física, un poco fatigosa, virtud común a las tortugas, las encinas y los errores.

Hay solo un camino. El que hubo siempre. Que el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire dentro suyo. Que comprenda que no tenemos huellas para seguir, que el camino habrá de hacérselo cada uno, tenaz y alegremente, cortando la sombra del monte y los arbustos enanos.