miércoles, 30 de noviembre de 2011

Miguel Hernández, con "Menos tu vientre"

El 30 de octubre de 1910 nacía el poeta español Miguel Hernández, llamado por el también escritor Dámaso Alonso «genial epígono de la generación del 27». Luchó en el bando de los republicanos en la Guerra Civil Española. Fue apresado después y murió en la cárcel, en marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad. Lo recordamos con "Menos tu vientre", uno de sus poemas más conocidos, inmortalizado además por Joan Manuel Serrat en una canción que lo toma como letra:



                Menos tu vientre,
                todo es confuso.
                Menos tu vientre,
                todo es futuro
                fugaz, pasado
                baldío, turbio.
                Menos tu vientre,
                todo es oculto.
                Menos tu vientre,
                todo inseguro,
                todo postrero,
                polvo sin mundo.
                Menos tu vientre,
                todo es oscuro.
                Menos tu vientre
                claro y profundo.

martes, 29 de noviembre de 2011

José Donoso y su pesada herencia

A punto de cumplirse 15 años de la muerte del escritor José Donoso –figura central de la literatura chilena y representante ejemplar de la generación del boom latinoamericano–, ha ocurrido un hecho de esos en los que realidad y ficción se cruzan de forma inverosímil.


José Donoso fue escritor y periodista. Además de su obra narrativa, dejó papeles personales y cartas que se conocieron póstumamente. En 2010, apareció, además, Correr el tupido velo, una biografía de su hija, Pilar Donoso. En ella, Pilar cita extractos de los diarios personales del escritor y de su esposa que confirman la bisexualidad del padre y una dinámica de pareja por momentos tortuosa.

Al comienzo de esta obra, Pilar Donoso, hija adoptiva de ambos, escribe:
"Uno no debería conocer los pensamientos más íntimos de nadie. Menos los de sus propios padres. Y menos aún, si uno de ellos fue un escritor. Es muy posible que lo que aprenda sea que papá fue un egoísta y que le importaba más su obra y la gloria literaria que los seres que lo rodeaban. Puede también –como consecuencia de lo anterior– que se entere de que sus padres ni la querían a ella ni se amaban entre si; circunstancias que producen, cuando menos, desequilibrio emocional hasta en la mejor amueblada de las mentes.

(...) Tener un registro escrito de cada paso de la vida de mi padre desde los cuarenta y dos años en adelante y tener, también, diarios de mi madre me enfrenta a lo que no necesariamente quisiera saber. A veces es mejor guardar los recuerdos en la memoria, que está basada en la subjetividad propia de los afectos, las situaciones, los lugares, las palabras dichas y de ese modo que uno sea capaz de estructurarse como persona; que la selección natural guarde lo que para cada uno significó cada momento."
Ya no sabremos si fue a causa de este angustioso y exhaustivo sumergimiento en un pasado –en rigor– ajeno, pero lo cierto es que, lamentablemente, Pilar Donoso se suicidó al año de la publicación del libro, hace solo dos semanas, el 15 de noviembre pasado. En una entrevista había declarado:
"Incluso hay una parte de un proyecto de libro [de José Donoso] donde una hija que descubre los diarios, que no conoce la historia y se suicida y entonces cuando leo eso digo ‘qué está haciendo, está proyectando lo que quiere que pase, está fabulando sobre lo que me puede pasar cuando los lea’, pero no lo voy a saber. Pero él se proyectaba más allá de su muerte con estos diarios y el resultado es descubrir un ser complejísimo."

domingo, 27 de noviembre de 2011

"Ahora te quiero", de Pedro Salinas

El 27 de noviembre de 1891 nace el poeta español Pedro Salinas, miembro de la Generación del 27, muerto en Boston en 1951. Estudió Derecho y Filosofía y Letras, y fue profesor en las universidades de Sorbona y Cambridge. De su obra poética se destacan Presagios, Razón de amor y Largo lamento. De él recordaremos el poema "Ahora te quiero...":
Ahora te quiero,
como el mar quiere a su agua:
desde fuera, por arriba,
haciéndose sin parar
con ella tormentas, fugas,
albergues, descansos, calmas.
¡Qué frenesíes, quererte!
¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo:
de no ser ya movimiento,
de acabar este vaivén,
este ir y venir, de cielos
a abismos, de hallar por fin
la inmóvil flor sin otoño
de un quererse quieto, quieto.
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Freddy Mercury, corona de Queen

Hoy hace 20 años moría el músico y compositor Freddy Mercury de esa enfermedad que por entonces era letal, el sida.

Lo recordamos con "Rapsodia bohemia", tal como la parodiaban los adorables Muppets:

viernes, 18 de noviembre de 2011

Marcel Proust vuelve a morder la magdalena

El 18 de noviembre de 1922 muere, a los 51 años, el escritor francés Marcel Proust.

De su obra más afamada, la serie de siete novelas que componen En busca del tiempo perdido, recordaremos el fragmento más citado –seguramente porque relata, más que un episodio dentro de la historia, el gesto fundamental de toda la novela: la evocación–, que se encuentra en el principio de Por el camino de Swann, la primera entrega:
«Me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba…

[…] En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar el por qué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té […]»

martes, 15 de noviembre de 2011

Jorge Luis, Adolfo y Silvina, sobre la literatura fantástica

El 15 de noviembre de 1990 el escritor argentino Adolfo Bioy Casares recibe el Premio Cervantes. Nacido en 1915, formó parte un grupo que modificó la historia de la literatura argentina: el grupo en torno a la revista Sur, dirigida por su cuñada Victoria Ocampo. Casado con la escritora Silvina Ocampo y, lo que parece más definitorio todavía para su producción literaria, amigo muy cercano de Jorge Luis Borges, escribió sobre todo narrativa fantástica, entre cuyos títulos se destacan Diario de la guerra del cerdo, Plan de evasión, La invención de Morel y Guirnalda con amores.

Del prólogo a Antología de la literatura fantástica, realizada en colaboración con Borges y Silvina, extrajimos este fragmento, que da pautas (eruditas, algo lúdicas y, ciertamente, arbitrarias) pensadas para clasificar los cuentos fantásticos. Sirven para entender cómo analizaban ellos la literatura, qué valoraban y que no, y para conocer sus "recomendados":
Enumeración de argumentos fantásticos
Argumentos en que aparecen fantasmas. En nuestra antología hay dos, brevísimos y perfectos: el de Ireland y el de Loring Frost. El fragmento de Carlyle (Sartor Resartus), que incluimos, tiene el mismo argumento, pero al revés.

Viajes por el tiempo. El ejemplo clásico es La máquina del tiempo. En este inolvidable relato, Wells no se ocupa de las modificaciones que los viajes determinan en el pasado y en el futuro, y emplea una máquina que él mismo no se explica. Max Beerbohm, en "Enoch Soames" emplea al diablo, que no requiere explicaciones, y discute, aprovecha, los efectos del viaje sobre el porvenir.

Por su argumento, su concepción general y sus detalles muy pensados, muy estimulantes del pensamiento y de la imaginación, por los personajes, por los diálogos, por la descripción del ambiente literario de Inglaterra a fines del siglo pasado, creo que "Enoch Soames" es uno de los cuentos largos más admirables de la antología.

"El más hermoso cuento del mundo", de Kipling, es también de riquísima invención de detalles. Pero el autor parece haberse distraído en cuanto a uno de los puntos más importantes. Nos afirma que Charlie Mears estaba por comunicarle el más hermoso de los cuentos pero no le creemos, si no recurría a sus "invenciones precarias", tendría algunos datos fidedignos o, a lo más, una historia con toda la imperfección de la realidad, o algo equivalente a un atado de viejos periódicos, o según H. G. Wells a la obra de Marcel Proust. Si no esperamos que las confidencias de un botero del Tigre sean la más hermosa historia del mundo, tampoco debemos esperarlo de las confidencias de un galeote griego que vivía en un mundo menos civilizado, más pobre.

En este relato no hay, propiamente, viaje en el tiempo; hay recuerdos de pasados muy lejanos. En "El destino es chambón" de Arturo Cancela y Pilar de Lusarreta el viaje es alucinatorio.

De las narraciones de viajes en el tiempo, quizá la de invención y disposición más elegante sea "El brujo postergado", de don Juan Manuel.

Los tres deseos. Hace más de diez siglos empezó a escribirse este cuento; colaboraron en él escritores ilustres de épocas y de tierras distantes, un oscuro escritor contemporáneo ha sabido acabarlo con felicidad.

Las primeras versiones son pornográficas; las encontramos en el Sendebar, en Las mil y una noches (Noche 596: "El hombre que quería ver la noche de la omnipotencia"), en la frase "más desdichada que Banús" registrada en el Kamus, del persa Firuzabadi.

Luego, en Occidente, aparece una versión chabacana. Entre nosotros dice Burton (el cuento de los tres deseos) ha sido degradado a un asunto de morcillas.

En 1902, W. W. Jacobs, autor de sketches humorísticos, logra una tercera versión, trágica, admirable.

En las primeras versiones, los deseos se piden a un dios o a un talismán que permanece en el mundo. Jacobs escribe para lectores más escépticos. Después del cuento no continúa el poder del talismán (era conceder tres deseos a tres personas y el cuento refiere lo que sucedió a quienes pidieron los últimos tres deseos). Tal vez lleguemos a encontrar la pata de mono Jacobs no la destruye pero no podremos utilizarla.

Argumentos con acción que sigue en el infierno. Hay dos en la antología, que no se olvidarán: el fragmento de Arcana Coelestia, de Swedenborg, y "Donde su fuego nunca se apaga", de May Sinclair. El tema de este último es el del Canto V de La divina comedia:

Questi, che mai, da me, non fia diviso,
La bocca mi bacio tutto tremante.

Con personaje soñado. Incluimos: El impecable "Sueño infinito de Pao Yu", de Tsao Hsue Kin; el fragmento de Through the Looking-Glass, de Lewis Carrol;. "La última visita del caballero enfermo", de Papini.

Con metamorfosis. Podemos citar "La transformación", de Kafka; "Sábanas de tierra", de Silvina Ocampo; "Ser polvo", de Dabove; "Lady into Fox", de Garnett.

Acciones paralelas que obran por analogía. "La sangre en el jardín", de Ramón Gómez de la Serna: "La secta del Loto Blanco".

Tema de la inmortalidad. Citaremos "El judío errante, Mr. Elvisham", de Wells. "Las islas nuevas", de María Luisa Bombal; "She", de Rider Haggard; "L´Atlantide", de Pierre Benoit.

Fantasías metafísicas. Aquí lo fantástico está, más que en los hechos, en el razonamiento. Nuestra antología incluye: "Tantalia", de Macedonio Fernández; un fragmento de "Star Maker", de Olaf Stapledon; la historia de Chuang Tzu y la mariposa, el cuento de la negación de los milagros; "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", de Jorge Luis Borges.

Con el "Acercamiento a Almotásim", con "Pierre Menard", con "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", Borges ha creado un nuevo género literario, que participa del ensayo y de la ficción; son ejercicios de incesante inteligencia y de imaginación feliz, carentes de languideces, de todo elemento humano, patético o sentimental, y destinados a lectores intelectuales, estudiosos de filosofía, casi especialistas en literatura.

Cuentos y novelas de Kafka. Las obsesiones del infinito, de la postergación infinita, de la subordinación jerárquica, definen estas obras; Kafka, con ambientes cotidianos, mediocres, burocráticos, logra la depresión y el horror; su metódica imaginación y su estilo incoloro nunca entorpecen el desarrollo de los argumentos.

Vampiros y castillos. Su paso por la literatura no ha sido feliz: recordemos a Drácula, de Bram Stoker (Presidente de la Sociedad Filosófica y Campeón de Atletismo de la Universidad de Dublín), a "Mrs. Amworth", de Benson. No figuran en esta antología.

Los cuentos fantásticos pueden clasificarse, también, por la explicación:

a) Los que se explican por la agencia de un ser o de un hecho sobrenatural.

b) Los que tienen explicación fantástica, pero no sobrenatural ("científica" no me parece el epíteto conveniente para estas intenciones rigurosas, verosímiles, a fuerza de sintaxis).

c) Los que se explican por la intervención de un ser o de un hecho sobrenatural, pero insinúan, también, la posibilidad de una explicación natural ("Sredni Vashtar" de Saki); los que admiten una explicativa alucinación. Esta posibilidad de explicaciones naturales puede ser un acierto, una complejidad mayor; generalmente es una debilidad, una escapatoria del autor, que no ha sabido proponer con verosimilitud lo fantástico.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Carlos Fuentes, pensador de la literatura

El 11 de noviembre de 1928 nació el escritor mexicano Carlos Fuentes, Premio Cervantes en 1987 (y por lo tanto hoy, día capicúa de capicúas, se cumple un aniversario de su nacimiento). Integrante de la generación del boom, está considerado como uno de los principales exponentes de la narrativa mexicana contemporánea. Algunas de sus obras son La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962) y Cambio de piel (1967).

De él citaremos algunas opiniones sobre la escritura y sobre la literatura latinoamericana:

Todos los que escriben una novela saben que deben atravesar el problema proustiano de saber de algún modo lo que van a escribir, y al mismo tiempo sentirse sorprendidos de lo que se sale en realidad. Proust solo escribía cuando había vivido lo que iba a escribir, y sin embargo debía escribir como si no supiera nada de eso... y eso es algo extraordinario. En cierto modo todos estamos embarcados en la misma aventura: la de saber lo que vamos a decir, tener el control sobre el material, conservando al mismo tiempo ese margen de libertad que es descubrimiento, sorpresa y un prerrequisito de la libertad del lector.

Uno de los factores culturales básicos de Latinoamérica es que es una rama excéntrica de la cultura occidental. Es occidental y no lo es. De modo que sentimos que tenemos que conocer la cultura de Occidente mejor que un francés o un inglés, y que al mismo tiempo debemos conocer nuestra propia cultura. (...) Nosotros tenemos que conocer a Quetzacoatl y a Descartes. Ellos creen que con Descartes basta. Así, para Europa, Latinoamérica es un recordatorio constante de su obligación de universalidad. Por lo tanto, un escritor como Borges es típicamente latinoamericano. El hecho de que sea tan europeo solo indica que es argentino.

... no creo que la literatura pueda contentarse con ser una máscara o un espejo de la realidad. Creo que la literatura crea la realidad o no es literatura.

A los 50, descubro que hay una larga fila de personajes y formas que exigen palabras y esperan junto a mi ventana. Me gustaría poder capturarlos a todos, pero no me alcanzará el tiempo (...) Cuando ya ha pasado la mitad de la vida, creo que uno debe ver el rostro de la muerte para poder empezar a escribir seriamente. Hay gente que ve el fin rápidamente, como Rimbaud. Cuando uno empieza a verlo, siente que debe rescatar esas cosas. La muerte es el gran Mecenas, la muerte es el gran ángel de la escritura. Uno debe escribir porque no va a vivir más.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Luis Cernuda sobre su tierra nativa

El 5 de noviembre de 1963 murió Luis Cernuda, poeta español.

Había nacido en Sevilla el 21 de septiembre de 1902. Estudió Derecho y conoció en la universidad a Pedro Salinas, que fue su profesor. En los años 20 se trasladó a Madrid, donde entró en contacto con los ambientes literarios que luego conformarían la Generación del 27. Participó durante la Guerra Civil en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia. A partir de 1938, se exilió, primero en Europa y luego, en México. La temática del destierro aparecerá una y otra vez en su obra; muestra de lo cual es la poesía que más abajo seleccionamos.

Sus obras más destacadas son Perfil del aire, Un río, un amor, Donde habite el olvido, La realidad y el deseo, Con las horas contadas y Desolación de la quimera. Escribió ensayos y colaboró en publicaciones mexicanas, como Excélsior o Novedades. Murió en la ciudad de México.
Tierra nativa

Es la luz misma, la que abrió mis ojos
toda ligera y tibia como un sueño,
sosegada en colores delicados
sobre las formas puras de las cosas.

El encanto de aquella tierra llana,
extendida como una mano abierta,
adonde el limonero encima de la fuente
suspendía su fruto entre el ramaje.

El muro viejo en cuya barda abría
a la tarde su flor azul la enredadera,
y al cual la golondrina en el verano
tornaba siempre hacia su antiguo nido.

El susurro del agua alimentando,
con su música insomne en el silencio,
los sueños que la vida aún no corrompe,
el futuro que espera como página blanca.

Todo vuelve otra vez vivo a la mente,
irreparable ya con el andar del tiempo,
y su recuerdo ahora me traspasa
el pecho, tal puñal fino y seguro.

Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,
tierra nativa, más mía cuanto más lejana?