viernes, 18 de marzo de 2011

Philip Roth, sobre la vida y la muerte

Con la excusa de la efeméride del nacimiento de Philip Roth (el 19 de marzo de 1933), compartimos aquí unos fragmentos del libro El animal moribundo, una nouvelle sobre la obsesión, la muerte, el sexo como experiencia superior a la del intelecto y la inevitable influencia de nuestros padres en la forma en que vivimos de adultos.
“Envejecer es inimaginable excepto para quien envejece.”

“Ahora mide el tiempo contando hacia delante, contando el tiempo por la proximidad de la muerte. La ilusión se ha roto, la ilusión metronómica, el pensamiento consolador de que, tictac, todo sucede a su debido tiempo. Su sentido del tiempo es ahora el mismo que yo tengo, acelerado e incluso más desesperanzado que el mío.”

“El cuento de hadas más encantador de tu infancia es el de que todo sucede en orden. Tus abuelos se van mucho antes que tus padres y estos mucho antes que tú. Si tienes suerte, las cosas pueden salirte así, la gente envejeciendo y muriendo en orden, de modo que en el funeral mitigas tu dolor pensando que esa persona ha tenido una larga vida. Ese pensamiento hace que la extinción sea menos tortuosa, pero es el truco que empleamos para conservar intacta la ilusión metronómica y tener a raya la tortura del tiempo.”

“En toda persona serena y razonable está oculta una segunda persona aterrada por la muerte, mas para alguien de treinta y dos años el tiempo entre Ahora y Entonces es de ordinario tan vasto, tan ilimitado, que quizá tan solo un par de veces al año, y entonces solo durante unos breves instantes y bien entrada la noche, uno se encuentra con esa segunda persona y con el estado de enajenación que es la vida cotidiana de la segunda persona”.

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