El Día del Animal es una fecha sobre la que hay poca coincidencia: se celebra en diferentes momentos del año según los países. Pero si tomamos el caso de la Argentina, para la que el día es hoy, 29 de abril, la fecha nos puede ser útil para repasar la presencia de bestias y mascotas en obras literarias de todos los tiempos.
Del inconfundible Fernando Botero, Mujer con gato
Son muchos los animales de la literatura que están al nivel de los personajes humanos en atracción y protagonismo. Como la gran ballena blanca de Melville, el enorme y peligroso cachalote blanco Moby Dick, obsesión del capitán Ahab y de los lectores de la novela. O el axolotl que fascinó tanto a Cortázar que lo llevó a escribir un cuento en el que narrador y lector abandonan su humanidad para pasar al otro lado del reino animal. O Rocinante, el caballo compañero de andanzas de don Quijote.
Y también el pequeño, peludo, suave (y tan blando que se diría todo de algodón) burro Platero. Y el zorro al que el Principito domesticó a fuerza de visitas previsibles. Y el inquietante gato de Cheshire (que tiene la habilidad desaparecer frente a Alicia dejando solamente su sonrisa). Y los alegóricos animales de Rebelión en la granja, absolutos protagonistas de la novela.
De entre estos y otros que se le ocurran, a usted ¿qué animal de ficción lo ha fascinado más?
jueves, 28 de abril de 2011
domingo, 24 de abril de 2011
Carpentier contra los adjetivos
El 24 de abril de 1980 murió el escritor cubano Alejo Carpentier.
Novelista y ensayista cubano, Carpentier influyó notablemente en el desarrollo de la literatura de América Latina. Entre sus novelas, se destaca El reino de este mundo (1949), en cuyo prólogo presenta sus reflexiones acerca de lo real maravilloso (allí propone que ese estilo literario que funde la narrativa con elementos fantásticos solo es posible en una realidad como la latinoamericana, sobreabundante y maravillosa en su naturaleza y su historia, compuesta por mitos y leyendas). También han sido muy celebradas Los pasos perdidos (1953) y El siglo de las luces (1962).
Apoyó el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, y desde entonces ocupó diversos cargos culturales y diplomáticos. En 1977 recibió el Premio Cervantes.
Aquí compartimos un texto sobre la práctica de escribir, "El adjetivo y sus arrugas":
Novelista y ensayista cubano, Carpentier influyó notablemente en el desarrollo de la literatura de América Latina. Entre sus novelas, se destaca El reino de este mundo (1949), en cuyo prólogo presenta sus reflexiones acerca de lo real maravilloso (allí propone que ese estilo literario que funde la narrativa con elementos fantásticos solo es posible en una realidad como la latinoamericana, sobreabundante y maravillosa en su naturaleza y su historia, compuesta por mitos y leyendas). También han sido muy celebradas Los pasos perdidos (1953) y El siglo de las luces (1962).
Apoyó el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, y desde entonces ocupó diversos cargos culturales y diplomáticos. En 1977 recibió el Premio Cervantes.
Aquí compartimos un texto sobre la práctica de escribir, "El adjetivo y sus arrugas":
Los adjetivos son las arrugas del estilo. Cuando se inscriben en la poesía, en la prosa, de modo natural, sin acudir al llamado de una costumbre, regresan a su universal depósito sin haber dejado mayores huellas en una página. Pero cuando se les hace volver a menudo, cuando se les confiere una importancia particular, cuando se les otorga dignidades y categorías, se hacen arrugas, arrugas que se ahondan cada vez más, hasta hacerse surcos anunciadores de decrepitud para el estilo que los carga. Porque las ideas nunca envejecen cuando son ideas verdaderas. Tampoco los sustantivos. Cuando el Dios del Génesis, luego de poner luminarias en la haz del abismo, procede a la división de las aguas, este acto de dividir las aguas se hace imagen grandiosa mediante palabras concretas, que conservan todo su potencial poético desde que fueran pronunciadas por vez primera. Cuando Jeremías dice que ni puede el etíope mudar de piel, ni perder sus manchas el leopardo, acuña una de esas expresiones poético-proverbiales destinadas a viajar a través del tiempo, conservando la elocuencia de una idea concreta, servida por palabras concretas. Así el refrán, frase que expone una esencia de sabiduría popular de experiencia colectiva, elimina casi siempre el adjetivo de sus cláusulas: "Dime con quién andas...", "Tanto va el cántaro a la fuente...", "El muerto al hoyo...", etc. Y es que, por instinto, quienes elaboran una materia verbal destinada a perdurar, desconfían del adjetivo, porque cada época tiene sus adjetivos perecederos, como tiene sus modas, sus faldas largas o cortas, sus chistes o leontinas.
El romanticismo, cuyos poetas amaban la desesperación —sincera o fingida— tuvo un riquísimo arsenal de adjetivos sugerentes, de cuanto fuera lúgubre, melancólico, sollozante, tormentoso, ululante, desolado, sombrío, medieval, crepuscular y funerario.
Los simbolistas reunieron adjetivos evanescentes, grisáceos, aneblados, difusos, remotos, opalescentes, en tanto que los modernistas latinoamericanos los tuvieron helénicos, marmóreos, versallescos, ebúrneos, panidas, faunescos, samaritanos, pausados en sus giros, sollozantes en sus violoncelos, áureos en sus albas: de color absintio cuando de nepentes se trataba, mientras leve y aleve se mostraba el ala del leve abanico.
Al principio de este siglo, cuando el ocultismo se puso de moda en París, Sar Paladán llenaba sus novelas de adjetivos que sugirieran lo mágico, lo caldeo, lo estelar y astral. Anatole France, en sus vidas de santos, usaba muy hábilmente la adjetivación de Jacobo de la Vorágine para darse "un tono de época". Los surrealistas fueron geniales en hallar y remozar cuanto adjetivo pudiera prestarse a especulaciones poéticas sobre lo fantasmal, alucinante, misterioso, delirante, fortuito, convulsivo y onírico. En cuanto a los existencialistas de segunda mano, prefieren los purulentos e irritantes.
Así, los adjetivos se transforman, al cabo de muy poco tiempo, en el academismo de una tendencia literaria, de una generación. Tras de los inventores reales de una expresión, aparecen los que solo captaron de ella las técnicas de matizar, colorear y sugerir: la tintorería del oficio. Y cuando hoy decimos que el estilo de tal autor de ayer nos resulta insoportable, no nos referimos al fondo, sino a los oropeles, lutos, amaneramientos y orfebrerías, de la adjetivación.
Y la verdad es que todos los grandes estilos se caracterizan por una suma parquedad en el uso del adjetivo. Y cuando se valen de él, usan los adjetivos más concretos, simples, directos, definidores de calidad, consistencia, estado, materia y ánimo, tan preferidos por quienes redactaron la Biblia como por quien escribió el Quijote.
sábado, 23 de abril de 2011
El Quijote listo para ver y oír
Se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Cervantes y para recordarlo ya contamos con la lectura colectiva completa de El Quijote: http://www.youtube.com/user/ElQuijote. Toda una experiencia que vuelve la idea —tan 2.0— de comunidad de lectores más vívida que nunca.
viernes, 22 de abril de 2011
"Gracias a los libros viajamos en el espacio y en el tiempo": Vargas Llosa en la Feria del Libro
A pesar de la larga polémica en torno a la conferencia inaugural de Mario Vargas Llosa en la Feria del Libro de Buenos Aires 2011, todo ocurrió como había sido previsto, y ayer el Nobel dio su discurso.
Después de agradecer la invitación, referirse brevemente a la controversia que precedió su llegada y celebrar a Buenos Aires como una ciudad de "afinidad recóndita con los libros", dedicó muchos párrafos a hablar de lo que la literatura produce en los lectores:
"Podemos comparar el mundo de los libros que en este momento nos rodean en esta feria con un bosque encantado. Ellos están allí quietos, inertes, silenciosos, como los árboles y las plantas de las historias infantiles, esperando la varita mágica que los anime: la lectura".
Aquí, el discurso completo:
Después de agradecer la invitación, referirse brevemente a la controversia que precedió su llegada y celebrar a Buenos Aires como una ciudad de "afinidad recóndita con los libros", dedicó muchos párrafos a hablar de lo que la literatura produce en los lectores:
"Podemos comparar el mundo de los libros que en este momento nos rodean en esta feria con un bosque encantado. Ellos están allí quietos, inertes, silenciosos, como los árboles y las plantas de las historias infantiles, esperando la varita mágica que los anime: la lectura".
Aquí, el discurso completo:
miércoles, 13 de abril de 2011
Fernando Lázaro Carreter, el dardo en la palabra
El 13 de abril de 1923, nacía Fernando Lázaro Carreter, filólogo español y director de la Real Academia Española entre 1992 y 1998.
Publicó obras de interpretación literaria, pero es recordado sobre todo por sus reflexiones sobre el uso del lenguaje, recopiladas con los títulos El dardo en la palabra y El nuevo dardo en la palabra.
De estos textos, que denuncian en clave irónica el lenguaje descuidado de los medios masivos (en la televisión, la radio y los periódicos), extrajimos estos fragmentos (¡a ver quién no aprende algo de ellos!):
Publicó obras de interpretación literaria, pero es recordado sobre todo por sus reflexiones sobre el uso del lenguaje, recopiladas con los títulos El dardo en la palabra y El nuevo dardo en la palabra.
De estos textos, que denuncian en clave irónica el lenguaje descuidado de los medios masivos (en la televisión, la radio y los periódicos), extrajimos estos fragmentos (¡a ver quién no aprende algo de ellos!):
"Escuchar / oír constituyen mi mayor desengaño; emprendí hace mucho una cruzada contra la confusión, y no he podido con la conjura de infinitos radiofonistas, destructores del distintivo entre ambos verbos, esto es, de la nota 'con atención' que aporta escuchar. Se puede oír sin escuchar y, a la inversa, se puede escuchar sin oír apenas cuando, por ejemplo, se escoña –está en el Diccionario– la megafonía, y se hacen vanos esfuerzos por enterarse. Y así: '¿Me escuchas, Mara?' (ciento veintidós veces cada noche) exige la respuesta: 'Sí, pero no te oigo; ¿hablas desde un móvil?'."
"Otros escándalo, otro vocablo herido: leo en un diario que un desalmado mató a su madre a cuchilladas; pero no, no lo leo así: lo que el diario dice es que la ejecutó. El zafio redactor, para evitar la vulgaridad de matar, busca en su magín vocablos sinónimos y cree que ejecutar lo es, cuando –y todo el mundo lo sabe menos él– este verbo significa una manera sui géneris de dar muerte: por decisión de la justicia. Lo cual es privilegio de los verdugos, no de los hijos desalmados."
"¿Quién dijo que los comentaristas deportivos son los más porfiados agresores con que cuenta el idioma? Pues no; en ocasiones, resultan ser muy finos arcaizantes. Hace ya muchos años llamé la atención en algún 'dardo' sobre su empleo terco del imperfecto en -ra. Y aportaba aquel soberbio ejemplo, en el que el locutor, dando cuenta de los abrazos de despedida que estaba recibiendo un jugador, dijo que quien se los daba en aquel momento era el 'masajista que tantas veces lo masajeara'. El encopetado vejestorio gramatical que es ese subjuntivo, en vez de masajeó o había masajeado (...), es un noble residuo gramatical propio como mínimo de vizcondes ("Lleva un título que otorgara Isabel II a un amante de mi tatarabuela, con aquel corazón generoso de Su Majestad'), no abunda ya tanto, pero está bien presente en la parla futbolera: 'Ronaldo, que militara otrora en el Barsa y después en el Inter, y que se lesionara jugando en éste...'. Pues sus usuarios, no conformes aún con tanta antigüedad, apelan a menudo a otra palabra de levita cuando dicen por ejemplo que 'Sergi está presto para saltar al terreno de juego'. Adjetivo que encaja bien en los escritos literarios o casi, pero que, en el coloquio, impresiona tanto como un bañista con gola. Parece obvio que los usos orales debieran ser los propios de tales narradores de micro (¡y cuánto abusan de ellos muchos de ellos, aplebeyando pedestremente el idioma, empedrándolo de tacos soeces, vuilando la libertad de expresión hasta delinquir!); en el idioma llano que hablamos, ese presto sume en estupor si pilla de repente y no se está previamente dispuesto o preparado."
miércoles, 6 de abril de 2011
Consejos para principiantes de Isaac Asimov
El 6 de abril de 1992, moría el prolífico autor Isaac Asimov. Nacido en Rusia en 1922, de muy niño emigró con su familia a los Estados Unidos. Se doctoró en Bioquímica, pero —a partir de 1958— se dedicó exclusivamente a la escritura de libros de ciencia ficción.
Asimov, que sabía del costo de intentar erigirse como escritor y de pretender vivir de la literatura, dejó estas palabras para autor noveles:
Asimov, que sabía del costo de intentar erigirse como escritor y de pretender vivir de la literatura, dejó estas palabras para autor noveles:
A menudo recibo una carta de algún joven afanoso, aspirante a escritor, que me pide algunas "sugerencias" sobre el arte de escribir ciencia ficción.Tengo la sensación de que estos jóvenes piensan que debe existir alguna fórmula mágica que los profesionales mantienen celosamente en secreto, pero que yo, como soy un tipo tan bueno, voy a revelar.Lo siento, pero no hay tal cosa, no hay fórmula mágica, ni trucos secretos, ni atajos escondidos.Lamento tener que decirle que es cosa de mucho trabajo durante largo tiempo. Si usted conoce algunas excepciones a esto, se trata precisamente de eso: de excepciones.De todas maneras, hay algunos principios generales que, según mi modo de ver, podrían ser útiles. Son estos:1) Usted tiene que prepararse para una carrera de escritor exitoso de ciencia ficción de la misma manera que lo haría para cualquier otra profesión altamente especializada. Primero, tiene que aprender a usar sus herramientas, tal como un cirujano debe hacerlo con las suyas. La herramienta básica para cualquier escritor es su lengua, lo que significa que usted debe desarrollar un buen vocabulario y refrescar sus conocimientos de cosas tan prosaicas como la ortografía y la gramática.El vocabulario está por encima de toda discusión, pero puede ser que usted piense que la ortografía y la gramática son cosas superfluas. Después de todo, si usted escribe una historia brillante y espléndida, seguramente el jefe de redacción estará encantado de corregir su ortografía y su gramática. ¡No es así! Él (o ella) no lo hará.Además, se lo dice un veterano, si su ortografía y su gramática son desastrosas, usted no puede escribir una historia brillante y espléndida. Quien no sabe usar la sierra y el martillo no fabrica muebles magníficos.Aun si usted fue aplicado en el colegio, desarrolló su vocabulario, sabe deletrear "sacrilegio" y "sobreseer" y nunca dice "entre usted y mí" o " nunca no hice nada", eso no basta. Están también la estructura sutil de la oración y la construcción estilística del párrafo. Está el entrelazamiento inteligente de la trama, el manejo de los diálogos, y miles de otros enredos.¿Cómo hace usted para aprender todo eso? ¿Lee libros sobre cómo escribir, o asiste a clases sobre el tema, o a conferencias? Todas estas cosas tienen valor inspirativo, seguro, pero no van a enseñarle lo que usted quiere saber realmente.Lo que sí ha de enseñárselo es la lectura detenida de los maestros de la prosa. Esto no significa que usted se obligue durante años a quedarse dormido sobre los clásicos aburridos. Los buenos escritores son invariablemente, fascinantes; ambas cosas van juntas. A mi juicio, los escritores de lengua inglesa que hacen el mejor uso de la palabra justa en el momento preciso y que arman sus oraciones y párrafos con la mayor habilidad y estilo son Charles Dickens, Mark Twain, y P.G. Wodehouse. Léalos; también a otros, pero con atención. Representan su aula.Observe lo que hacen y trate de explicarse por qué lo hacen. No sirve de nada que se lo explique otra persona. Hasta que usted mismo no lo vea y no lo incorpore, no hay nada que pueda ayudarlo.Pero supongamos que a pesar de sus esfuerzos usted no termina de aprender. Bueno, puede ser que usted no sea escritor. No es una desgracia. Siempre le queda la posibilidad de dedicarse a alguna profesión ligeramente inferior, como la cirugía, o la presidencia de Estados Unidos. No será lo mismo, por supuesto, pero no todos podemos ascender a las alturas.En segundo lugar, para llegar a ser un escritor de ciencia ficción no basta con conocer la lengua, también hay que saber de ciencia. Puede que usted no quiera hacer mucho uso de la ciencia en sus historias, pero de todas maneras tendrá que conocerla, para que lo que utilice esté bien utilizado.Esto no significa que usted tenga que ser un científico profesional, o un egresado de carrera científica. No necesita ir a la universidad. Pero sí significa que tiene que estar dispuesto a estudiar ciencia por su cuenta, si su educación formal fue débil en ese aspecto.(...)2) Usted tendrá que ejercitarse en el oficio. La instrucción decisiva la da la misma práctica de escribir. Y usted no debe esperar a que su preparación esté terminada. El acto de escribir es en sí mismo parte de la preparación.Usted no podrá entender completamente lo que hacen los buenos escritores hasta que no lo haya intentado. Aprenderá mucho cuando vea que su historia se le está deshaciendo en las manos o que está empezando a formar un todo. Escriba a partir del primer momento, entonces, y siga escribiendo.3) Usted tendrá que ser paciente.Como escribir es en sí mismo un modo de aprender, no piense que va a poder vender la primera historia que escriba. (Sí, ya sé que Bob Heinlein lo hizo, pero él era Bob Heinlein. Usted es solo usted).Además ¿por qué habría de desalentarlo eso? Cuando completó su primer grado en la escuela ¿no había terminado todo para usted, no? Después vino el segundo, después el tercero, después el cuarto, y así sucesivamente.Si cada historia que usted escribe es un paso más en su educación literaria, no importa que las editoriales la rechacen. La próxima historia será mejor, y la otra todavía mejor, y eventualmente...Pero, entonces, ¿por qué molestarse en presentar las historias a las editoriales?Si no lo hace ¿qué modo tiene de saber cuándo se gradúa? Después de todo, usted no sabe qué historia va a poder vender. Podría ser la primera. Casi seguro que no será, pero podría ser.Naturalmente, aun después de haber vendido su primera historia, puede ser que usted no logre colocar las doce siguientes, pero habiéndolo logrado una vez, es bastante probable que pueda hacerlo de nuevo, si persevera.Pero ¿qué pasa si usted escribe y escribe y no logra mejorar, y lo único que consigue son papeletas con notas de rechazo? Una vez más, puede ser que usted no sea un escritor y tenga que conformarse con un puesto inferior, como el de presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos.4) Usted tiene que ser razonableEscribir es una de las tareas más maravillosas y satisfactorias que existen en el mundo, pero tiene unos pocos defectos insignificantes. Por ejemplo: que un escritor no puede casi nunca ganarse la vida con ella.¡Ah sí! Algunos escritores ganan mucho dinero; son aquellos cuyos nombres todos conocemos. Pero por cada escritor que gana a montones, hay miles que tiemblan cuando llega la cuenta del alquiler. No debería ser así, pero es.Tome mi caso: tres años después de haber vendido mi primera historia, llegué al estadio en que uno vende todo lo que escribe, es decir me convertí en un escritor exitoso. Sin embargo, pasaron diecisiete años más hasta que pude ganar como escritor lo suficiente para llevar una vida confortable.Así que, mientras trata de convertirse en escritor, cerciórese de que tiene otro medio de ganarse la vida decentemente; y no abandone ese trabajo hasta que haya vendido su primer texto.
viernes, 1 de abril de 2011
Kundera, la casi insoportable complejidad del sentimiento
El 1º de abril de 1929 nacía el escritor checoslovaco —exiliado en Francia desde hace décadas—, Milan Kundera, autor de La insoportable levedad del ser, La inmortalidad, La broma, entre otras muchas obras. De su libro La despedida, hemos extraído estos fragmentos para recordarlo:
No hay nada que pueda llenar tanto a una persona como los celos. La muerte de la madre de Kamila, hace un año, fue sin duda una desgracia mayor que cualquiera de las aventuras del trompetista. Y sin embargo, la muerte de la mamá había sido menos dolorosa, aunque Kamila quería a su madre enormemente. Aquel dolor fue misericordiosamente multicolor: había en él tristeza, nostalgia, emoción, autorrecriminación (¿había cuidado suficiente de ella?, ¿no la habría desatendido?) y serena sonrisa. Aquel dolor fue misericordiosamente disperso: los pensamientos iban del féretro de la madre, se desplazaban hacia decenas de preocupaciones prácticas, se desplazaban al futuro que permanecía abierto y en el cual, como consuelo (sí, fueron un par de días de días excepcionales, durante los cuales él fue para ella un consuelo), se hallaba Klima.
Pero el dolor de los celos no se movía en espacio alguno, daba vueltas como un berbiquí alrededor de un solo punto. No había dispersión alguna. Si la muerte de la madre abría las puertas al futuro (un futuro distinto, más huérfano pero también más maduro), el dolor producido por la infidelidad del marido no habría futuro alguno. Todo se centraba en la única (inmutablemente presente) imagen del cuerpo infiel, en un único (inmutablemente presente) reproche. Cuando murió su madre, podía oír música, podía incluso leer; cuando tenía celos no podía hacer absolutamente nada.
(...) Sólo la casualidad puede ante nosotros aparecer como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Sólo la casualidad nos habla.
No es la necesidad, sino la casualidad la que está llena de encantos. Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento, como los pájaros hacia los hombros de San Francisco de Asís.
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