Como posteamos en facebook, circula un pequeño manifiesto (creado ingeniosamente por el sello editorial El Barco de Vapor) sobre las razones para leer.
Entre ellas, aparecen mencionadas:
"Para huir del ruido"
"Para aprender a pensar"
"Para aprender a conocer a los otros"
"Para saber que no estamos solos"
"Para saber que estamos vivos"
"Para no ser lo que somos"
"Para detener el tiempo"
A lo que nuestros amigos en facebook agregaron:
"Para salvarnos de nosotros mismos"
"Para conocer lo que los demás piensan"
"Para sentirme vivo"
Estos son algunos de los motivos con que los lectores justifican su afición a los libros. Y ¿qué dicen los propios escritores, los que escriben lo que luego leemos? Ellos también han leído; algunos, incluso, le asignan más importancia a leer que a escribir (tenemos de ejemplo la famosa frase de Borges: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído"). Veamos algunas de las declaraciones de narradores y poetas sobre el beneficio de leer:
"He buscado en todas partes el sosiego y no lo he encontrado sino sentado en un rincón apartado con un libro en las manos" (Jorge Santanaya, filósofo y literato estadounidense de origen español).
"Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros" (Franz Kafka, escritor checo).
"El efecto que tienen los libros sobre la vida no se puede medir. La gran literatura nos hace desconfiar de lo que nos rodea y nos crea el apetito de la perfección y la belleza" (Mario Vargas Llosa, escritor peruano y Premio Nobel de Literatura).
"Sucede que leer es aceptar una convención: el lector asume el candor necesario para creer en esas ficciones, esas magias, esas mentiras que alguien urdió con palabras. Afrontará los peligros que eso entraña porque el fin último es la felicidad" (Isidoro Blaisten, escritor argentino).
¿Qué creen ustedes?
viernes, 30 de noviembre de 2012
jueves, 15 de noviembre de 2012
Escribir como refugio y como corrección de la vida
El mes pasado, reflexionábamos sobre las propiedades reveladoras de la escritura. Pero al parecer no son estas sus únicas ventajas.
"Escribir es corregir la vida, es la única cosa que nos protege de las heridas y los golpes que da la vida", definió el escritor español Enrique Vila-Matas (n. 1948). En el mismo sentido, sostenía Albert Camus: "El mundo novelesco no es más que la corrección de este mundo, según el deseo profundo del hombre".
Escribir parece ser tanto un espacio en el que refugiarse como la propuesta de un estado de cosas que mejore la realidad que nos toca:
"Toda la vida busqué un refugio en las palabras contra los riesgos de la historia", decía el narrador y biógrafo austríaco Stefan Zweig (y ya sabemos que su vida fue amenazada por la historia: como judío fue censurado por la política cultural de Hitler; con el temor de que el nazismo se expandiera por el mundo, Zweig se suicidó en 1942).
"Narrar no solo es significativo porque nos permite asumir o dibujar un destino ajeno, que a la vez nos educa. Es significativo porque ese destino ajeno, gracias a la fuerza de la llama que lo consume, nos transfiere el calor que jamás obtenemos de nuestro propio destino". Conmovedoras palabras del filósofo y crítico literario alemán Walter Benjamin (1892-1940), quien también se suicidó ante el miedo de caer en poder del nazismo.
La autora Clarice Lispector (1920-1977) relacionaba la escritura con una paradoja: "Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y arrastra como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende, a menos que se escriba".
Para el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos (1917-2005), la escritura es más bien un antídoto contra los miedos: "Escribo para evitar que al miedo de la muerte se agregue el miedo de la vida".
En cambio, el escritor argentino Isidoro Blaisten (1933-2004) le atribuyó a la escritura una función organizativa: "A lo mejor escribir no sea más que una de las formas de organizar la locura", conjeturó.
¿Por qué escriben o escribirían ustedes? ¿En qué puede ayudar la escritura (personal o literaria)?
Lo conversamos aquí.
lunes, 5 de noviembre de 2012
Dulce María Loynaz y la canción del amor olvidado
El 5 de noviembre de 1992, la poetisa cubana Dulce María Loynaz fue galardonada con el Premio Cervantes de Literatura. Recordemos algunos de sus versos de "La canción del amor olvidado":
Para el amor más olvidado
cantaré esta canción:
No para el que humedece los ojos todavía...
Ni para el que hace ya
sonreír con un poco de emoción...
Canto para el amor sin llanto
y sin risa;
el que no tiene una rosa seca
ni unas cartas atadas con una cinta.
Sería algún amor de niño acaso...
Una plaza gris... Una nube... No sé...
Para el amor más olvidado cantaré.
Cantaré una canción
sin llamar, sin llorar, sin saber...
El nombre que no se recuerda
pudo tener dulzura:
Canción sin nombres
quiero cantarte
mientras la noche dura...
Cantar para el amor que ya no evocan
las flores con su olor
ni algún vals familiar...
Para el que no se esconde entre cada crepúsculo,
ni atisba ni persigue ni vuelve nunca más...
Para el amor más olvidado
–el más dulce...–,
el que no estoy segura de haber amado.
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