Decisiones como el cambio de nombre de ciertas letras:
"La letra v tiene dos nombres: uve y ve. El nombre uve es el único empleado en España, pero también es conocido y usado en buena parte de América, donde, no obstante, está más extendido el nombre ve. Los hispanohablantes que utilizan el nombre ve suelen acompañarlo de los adjetivos corta, chica, chiquita, pequeña o baja, para poder distinguir en la lengua oral el nombre de esta letra del de la letra b (be), que se pronuncia exactamente igual. El hecho de que el nombre uve se distinga sin necesidad de añadidos del nombre de la letra b justifica su elección como la denominación recomendada para la v en todo el ámbito hispánico."o la adaptación al castellano de ciertas voces extranjeras para llegar a formas como “balé” (de ballet... por si no lo reconocen) o “pirsin” han suscitado desde antipatías tibias hasta críticas lapidarias (y no solo a la obra en particular, sino a toda la institución de la Real Academia).
Tomemos la palabra de algunos escritores. La fundamentación mordaz, por ejemplo, de Javier Marías a favor de mantener la tilde para el adverbio "solo":
"¿Por qué no permitir que cada hablante opte por “truhán” o “truhan”, como aún puede hacerlo (por suerte) entre “solo” y “sólo”, “este” y “éste”, “aquel” y “aquél”? La posibilidad de seguirles poniendo tildes a estas palabras no es para mí irrelevante. ¿Cómo saber, si no, lo que se está diciendo en la frase “Estaré solo mañana”? Si se la escribe en un mail un hombre a su amante, la diferencia no es baladí: sin tilde significa que estará sin su mujer; con tilde que mañana será el único día en que estará en la ciudad. No es poca cosa, la verdad. Por menos ha habido homicidios".Otros autores, como Ángeles Mastretta, aprovecharon para reavivar viejas causas:
"Ya no quiero aprenderme de nuevo las contra reglas de las reglas. Ya mi litigio viene de tan lejos como el tiempo en que le quitaron el acento a los monosílabos. Fe y fue sin acento se ven horribles. Tenemos una Academia prescriptiva. Cosa de hacerle y no hacerle caso, según nos guste".Pero no todo es negativo. Enrique Serna piensa en que algunos cambios pueden ayudar a facilitar el aprendizaje de la lengua escrita:
"Creo que la eliminación del acento diacrítico les quitará muchos quebraderos de cabeza a los estudiantes. Supongo que la intención de estas reformas es simplificar la ortografía del español, y por lo tanto, las considero benéficas".y Antonio Ungar directamente defiende el dinamismo lingüístico, a la vez que minimiza su impacto:
"Me parece que la Academia va siempre detrás de la lógica y el sentido común de los hablantes, que son quienes transforman el idioma. No hay que tenerles miedo a los cambios, sin mezclas y cambios hechos por la gente en la calle, todos seguiríamos hablando latín. Creo que los últimos cambios ortográficos propuestos por la Academia son muy menores, casi insignificantes".Lo interesante ahora es saber qué piensan ustedes de estos cambios. ¿Les parece que reflejan mejor la ortografía actual o que la simplifican en exceso? ¿Les parece que procuran una necesaria homogeinización de la lengua o que, por el contrario, imponen una uniformidad que no existe ni debería existir? Aquí se listan las modificaciones normativas más importantes. Y aquí escuchamos sus opiniones.