miércoles, 29 de enero de 2014

Malos de toda maldad: los villanos en literatura

Personajes literarios memorables hay muchos. Y, de entre esos muchos, un porcentaje importante son los malos: los crueles, los ruines, los perversos, los criminales, los temibles. Motivados por la envidia, el resentimiento, la ambición o –lo que resulta más inquietante– por ninguna razón en particular (como el caso del despiadado asesino Anton Chigurh, de la novela Sin lugar para viejos, de Cormac McCarthy, llevada al cine hace pocos años por los hermanos Coen), los villanos tienen funciones importantes en la narración: sirven para justificar los desafíos que el protagonista debe superar, sirven para mantener el suspenso a lo largo de toda la historia y sirven como contraste de la figura del héroe, siempre revestida (aunque se presente con defectos) de atributos positivos, o al menos muy humanos, que nos llevan invariablemente a empatizar con él.

Villanos hay de todos los tipos: relacionados con fuerzas oscuras y dispuestos a usarlas contra la humanidad en general o algunos individuos en particular (Lord Vordemort, de la saga de Harry Potter; Sauron, de El señor de los anillos); con claros problemas mentales (pero no por ello justificables), como la fanática y solitaria enfermera Annie Wilkies, de la novela Misery, de Stephen King, que secuestra a su autor favorito para pedirle que rectifique el curso de una de sus obras, o como Jean Baptiste Grenouille, el asesino del El Perfume, que mata jovencitas, sin contemplación alguna, en pos de conseguir el aroma perfecto.

Los hay de gustos peculiares, como Drácula, el vampiro más famoso, inspirado en la vida del emperador rumano Vlad Tepes. Los hay transparentes en su maldad o, por el contrario, encantadores y de aspecto totalmente inofensivo, como el talentoso Mr. Ripley. Los hay conversos (de buenos a malos, como Anakin, de La guerra de las galaxias, transformado a causa de su intolerancia al dolor) y también arrepentidos, como el Dr. Frankenstein, creador del monstruo, en la novela homónima.

Los hay mujeres, en general de carácter intrigante y vocación insaciable, como Lady Macbeth o las hijas Rey Lear, todas de obras de Shakespeare.  Los hay con raigambre histórica, como el dictador Trujillo de La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa. Y los hay no ya personas sino animales (la temible Moby Dick) y máquinas, como la computadora HAL de 2001, odisea del espacio, obra de ciencia ficción de Arthur C. Clarke, que intenta eliminar a los astronautas que está transportando en misión a Júpiter. Los hay, finalmente, partes separadas pero integrales de uno mismo, como otra cara de la propia identidad, como en el clásico de Robert Louis Stevenson, El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde.

Los hay, como vimos, de varios tipos y seguramente más todavía que se nos escapan. A ustedes ¿qué villanos les parecen más logrados? ¿Cuál es su malo literario favorito? Lo conversamos aquí.