viernes, 11 de noviembre de 2011

Carlos Fuentes, pensador de la literatura

El 11 de noviembre de 1928 nació el escritor mexicano Carlos Fuentes, Premio Cervantes en 1987 (y por lo tanto hoy, día capicúa de capicúas, se cumple un aniversario de su nacimiento). Integrante de la generación del boom, está considerado como uno de los principales exponentes de la narrativa mexicana contemporánea. Algunas de sus obras son La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962) y Cambio de piel (1967).

De él citaremos algunas opiniones sobre la escritura y sobre la literatura latinoamericana:

Todos los que escriben una novela saben que deben atravesar el problema proustiano de saber de algún modo lo que van a escribir, y al mismo tiempo sentirse sorprendidos de lo que se sale en realidad. Proust solo escribía cuando había vivido lo que iba a escribir, y sin embargo debía escribir como si no supiera nada de eso... y eso es algo extraordinario. En cierto modo todos estamos embarcados en la misma aventura: la de saber lo que vamos a decir, tener el control sobre el material, conservando al mismo tiempo ese margen de libertad que es descubrimiento, sorpresa y un prerrequisito de la libertad del lector.

Uno de los factores culturales básicos de Latinoamérica es que es una rama excéntrica de la cultura occidental. Es occidental y no lo es. De modo que sentimos que tenemos que conocer la cultura de Occidente mejor que un francés o un inglés, y que al mismo tiempo debemos conocer nuestra propia cultura. (...) Nosotros tenemos que conocer a Quetzacoatl y a Descartes. Ellos creen que con Descartes basta. Así, para Europa, Latinoamérica es un recordatorio constante de su obligación de universalidad. Por lo tanto, un escritor como Borges es típicamente latinoamericano. El hecho de que sea tan europeo solo indica que es argentino.

... no creo que la literatura pueda contentarse con ser una máscara o un espejo de la realidad. Creo que la literatura crea la realidad o no es literatura.

A los 50, descubro que hay una larga fila de personajes y formas que exigen palabras y esperan junto a mi ventana. Me gustaría poder capturarlos a todos, pero no me alcanzará el tiempo (...) Cuando ya ha pasado la mitad de la vida, creo que uno debe ver el rostro de la muerte para poder empezar a escribir seriamente. Hay gente que ve el fin rápidamente, como Rimbaud. Cuando uno empieza a verlo, siente que debe rescatar esas cosas. La muerte es el gran Mecenas, la muerte es el gran ángel de la escritura. Uno debe escribir porque no va a vivir más.

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